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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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sábado, noviembre 30, 2013

UNIDAD NACIONAL - UNIDAD DE ACCION



                   UNIDAD NACIONAL. UNIDAD DE ACCION

Es por demás auspicioso el escenario nacional que va tomando forma en estos diez años de Proyecto Nacional.
Desde el 25 de Mayo de 2003 a la fecha, son muchas las decisiones políticas, que transformadas en leyes y medidas de gobierno, han cambiado no sólo la fisonomía del país, sino el ánimo de la inmensa mayoría de los que vivimos aquí.
No es el objetivo de estas líneas enumerar esas medidas tomadas bajo la conducción de Néstor Kirchner primero, y ahora de Cristina Fernández de Kirchner. Además, se ha hablado y escrito bastante sobre las mismas.
El objetivo de esta nota es un poco más ambicioso, y ojalá contribuya al debate necesario en pos de la Unidad Nacional. Meta explicitada en cada uno de los discursos de nuestra Presidenta.
También es mucho lo que hemos hablado y escrito sobre la genocida dictadura cívica, militar y mediática. Será largo y arduo el camino a recorrer, para que cierren las heridas causadas sobre la piel, el alma y la mente de nuestra sociedad.
Resulta claro que hay una minoría, aunque poderosa todavía, que no está de acuerdo con la idea de la Unidad Nacional. No confundir con “reconciliación nacional”, que es lo que pretende esa minoría, que representa aún, el sistema de poder.
¿Cuál es la diferencia?
Básicamente, el sistema de poder (y los dirigentes que lo representan) pretende “olvidar los errores del pasado” y “mirar el futuro”.
Como si hubiera un futuro que no se apoye en el presente y valore la experiencia del pasado.
En cambio, la Unidad Nacional, supone, en este presente, hacernos cargo del pasado para no repetirlo y construir el mejor futuro posible para la inmensa mayoría.
Hacernos cargo del pasado implica llamar a las cosas por su nombre. La frase “errores del pasado” oculta hechos, nombres y protagonistas que aún hoy son presente. Esa frase enmascara golpes de estado cívico-militares, crímenes, genocidios, negociados económicos, apropiaciones ilegales de empresas.
La dictadura genocida conducida por Videla, Massera y Agosti, con sus grupos empresarios asociados y con la complicidad, acompañamiento y sostenimiento de las empresas dueñas de medios de comunicación, no cometieron “excesos”. Masacraron a una generación de militantes, torturaron, asesinaron, violaron de manera sistemática a las militantes capturadas, se robaron a los bebés nacidos en cautiverio, luego de matar cobardemente a las madres que daban a luz.
Todo esto es lo que han acallado el grupo “Clarín” el diario “La Nación”, los medios audiovisuales y los periodistas y comunicadores que trabajaban en esas empresas. Muchos de los cuales lo siguen haciendo, defendiendo los mismos intereses.
Pero no sólo esas heridas han dejado en el tejido social.
Porque, así como ha sido imprescindible la colaboración de los medios de comunicación y los que informaban desde sus canales de difusión, el ocultamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos, para engañar a la población. También fueron necesarios para inocular en la sociedad las ideas que los genocidas pergeñaron en su plan para someter a los argentinos y convencernos sobre que “somos derechos y humanos”, “el silencio es salud”, “hay una campaña anti -argentina”. Así fueron construyendo la sociedad del “no te metas”.
Poco a poco fueron destruyendo los puentes de solidaridad que la militancia (no sólo la partidaria) supo construir a lo largo de la patria. Porque era muy común que estudiantes de diversas disciplinas sociales se ofrecieran voluntariamente, desde diferentes espacios, a trabajar en barrios humildes, villas de emergencia, y entre las poblaciones más castigadas a lo largo y ancho del país. Allí donde el estado estaba ausente.    
Por eso el ensañamiento contra la juventud.
¿Cuál era el problema con esos jóvenes?
Que llevaban a una enorme cantidad de compatriotas el mensaje de que tenían derechos, y que había que luchar por esos derechos, porque es la única manera de sentirlos propios.
Porque, si bien es cierto “que siempre hubo pobres” eso no quiere decir que está bien que así sea.
Los jóvenes militantes eran el puente de comunicación entre el pueblo y las diferentes organizaciones, políticas y sociales a las que pertenecían.
Ese, precisamente es el puente que destruyeron con el genocidio.
(Un tema para otro debate necesario es el del pase a la clandestinidad de las organizaciones guerrilleras, dejando de esa manera desprotegidos a la inmensa mayoría de militantes no enrolados en la lucha armada)
Puente imprescindible para cualquier política social, de cualquier gobierno. Por eso se sigue, hoy, estigmatizando a la juventud que participa en política y que busca reconstruir esos lazos. Porque hace diez años que hay un estado presente, y eso es lo que molesta al sistema de poder.
Lo preocupante, desde el punto de vista de la militancia, es que ese sistema de poder no ha cambiado de manos. Con el agravante que los grupos mediáticos han crecido en tamaño e influencia.
Estos mismos sectores son los que se oponen con todo el poder de que son capaces, a la idea de Unidad Nacional.
Porque en la medida que la gran mayoría de argentinos tomemos conciencia, que sólo de la mano de esa Unidad Nacional, podemos construir un futuro sustentable para los cuarenta millones que hoy habitamos este suelo. Basados en la igualdad de oportunidades, la igualdad ante la ley, la supresión de privilegios de clase, el respeto a los gobiernos surgidos por el voto popular, con un Poder Judicial que no esté sometido a ese sistema de poder que avaló genocidios, y que volvería a cometerlos, si se dieran las circunstancias.
Unidad Nacional no quiere decir que todos pensemos igual sobre cada cosa, quiere decir que el supremo interés que hay que defender es el del pueblo expresado de manera democrática en las elecciones, como marca la Constitución Nacional.
(Otro tema para debatir, es precisamente el de la reforma de la Constitución Nacional, para crear los institutos válidos y necesarios para una sociedad que no es la del siglo XIX)
Creo que es claro quienes no están de acuerdo con un país libre, independiente y soberano en pos de la Unidad Nacional.
Son los que se ponen del lado de los fondos buitre en su reclamo contra la Argentina (porque no es contra este gobierno que litigan), los que defiende a la empresa Repsol en contra de la recuperación del control de la empresa YPF (que no es una empresa de este gobierno), los que se ponen del lado de Gran Bretaña en el histórico conflicto de soberanía por las Islas Malvinas (que no son de este gobierno), los que van a “la embajada” a proponerse para ser los “virreyes” del colonialismo de turno.
La Unidad Nacional, implica la unidad de acción entre todos quienes queremos la definitiva Liberación Nacional. Por eso me parece un ejemplo digno de destacar la reciente designación, por parte de nuestra Presidenta, del cura Juan Carlos Molina al frente del SEDRONAR. Nombramiento que se produce luego del documento “El drama del narcotráfico y la droga” dado a conocer por la Conferencia Episcopal Argentina, a principios de este mes.
Creo que es un primer paso en el camino de que además de la protesta, el reclamo, la descripción del problema, se aporte una propuesta de solución.
Porque el país tiene una continuidad más allá de los gobiernos que nos demos. Esa continuidad, también debe expresarse en la continuidad de las políticas que han demostrado solucionar problemas concretos.
En la medida que tomemos conciencia como sociedad, que cualquiera que sea el gobierno que nos demos, debemos seguir adelante con el pleno empleo, la no dependencia de los organismos internacionales de crédito, tener socios comerciales y no “patrones”, defender la soberanía, independencia y bienestar de las mayorías, seguir construyendo desde la UNASUR y el MERCOSUR, la CELAC, el ALBA y los organismos regionales que vayamos creando para ser más libres y soberanos, y hagamos sentir nuestra voz y reclamos en las Naciones Unidas. Así, la Unidad Nacional será la semilla de un país mejor que el que recibimos.


Daniel Mojica
  

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