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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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jueves, febrero 23, 2012

ANGLOFILIA INTELECTUAL


ANGLOFILIA INTELECTUAL

Si existe un hecho que encolumna a la inmensa mayoría de los argentinos, sin distinción alguna, es la reivindicación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias, Sándwich del Sur y sus mares circundantes.
Es una certeza que atraviesa la patria de norte a sur y de este a oeste.
Cuestión de conciencia, convicción y espíritu emancipador.
Claro que existen excepciones. Como en toda causa nacional en la que la mayoría del pueblo se encolumna en defensa de sus intereses y valores, existen también, quienes han cruzado el Río de la Plata para subirse a la flota invasora anglo francesa.
El maestro don Arturo Jauretche, utilizaba una expresión para estas gentes.
Este grupo de intelectuales, defensores del argumento de Gran Bretaña, han manifestado que se respete el derecho “…a la autodeterminación” de los isleños. Argumentación que las mismas Naciones Unidas NUNCA han reconocido, por ser una población trasplantada, luego de expulsar por la fuerza a los argentinos que habitaban las islas.
Se me ocurre un ejercicio “intelectual”. Supongamos que a Beatriz Sarlo o a Roberto Gargarella, o al mismo Jorge Lanata un grupo de delincuentes se apodera a punta de pistola de la casa en la que viven, o mejor aún sólo del living, la cocina y el baño. Entonces, hacen la denuncia en la justicia, que como todos sabemos, no es muy veloz. Mientras los damnificados, recurren a su círculo de amistades, vecinos y admiradores para que los acompañen en su reclamo.
En tanto, los usurpadores, recurren a otros socios de tropelías y a los mediáticos abogados que los defienden. Luego, los profesionales en manipular la ley, le plantean a los legítimos dueños de las propiedades que tienen que respetar los deseos e intereses de los malhechores para solucionar el entredicho.
No creo haberme alejado demasiado de la esencia de lo que plantean.
Hubo un hecho político, que al poco tiempo de asumir la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, dividió aguas entre quienes están del lado de una más justa distribución de la riqueza y quienes siempre han defendido los privilegios de unos pocos.
El conflicto por la Resolución 125, sirvió para identificar, en una pincelada gruesa quienes están dentro del campo nacional y quienes no.
El tema de la Soberanía de nuestras Islas Malvinas, es como una pincelada más fina. Que viene a demarcar quienes defienden los intereses nacionales, y quienes pretenden seguir siendo esclarecidos colonizados.
Hay lugares de los que no vuelve.
Uno de ellos es el de traidor de lesa patria.    
Otra de las falacias argumentativas es la siguiente: “…Respetar su modo de vida…implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean…”
Ni el gobierno nacional, ni ninguno de los que reivindicamos la soberanía de nuestro suelo arrebatado se nos ocurre la peregrina idea de imponerles un “modo de vida” determinado a los habitantes de nuestras Islas. Como no lo hacemos con la inmensa cantidad de hermanos de países vecinos que vienen a nuestro país a construir su futuro.
El argumento que sigue es delirante, o como mínimo muestra de una ignorancia sublime, como corresponde a tan insignes personajes, que tal vez aspiran ase nombrados “Sir” o “Lady” por la Reina Madre, en virtud de semejante alineamiento colonial. Argumentan que debemos “abdicar de imponerles una soberanía…que no desean”.
Muchachos y chicas, la soberanía que reclamamos es sobre el territorio de las Islas Malvinas, no soberanía sobre los Kelpers. ¿Qué se supone que haríamos siendo “dueños” de 3000 británicos que viven en nuestras Islas Malvinas?
¿Tal vez como estos intelectuales colonizados piensan que el legítimo reclamo de soberanía es retroceder “casi dos siglos”, lo que queremos es inaugurar una nueva esclavitud con los Kelpers?
Muchachos, chicas, sepan que hay ingleses y habitantes de Malvinas más dignos que ustedes.

Daniel Mojica
   

1 comentario:

ram dijo...

Supongamos otra cosa, supongamos que estos engendros SON ingleses y se les diera por argumentar a favor de Argentina (o de cualquiera) contrariando la postura oficial inglesa. ¿Cómo serían tratados?
De los Beatles para acá, no es dificil ser "anglófilo", y no está mal; lo malo es ser traidor, y traidor enfático, mucho peor.