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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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domingo, mayo 12, 2019

PARALELISMOS



Opinión | Paralelismos.
Daniel Mojica

El peronismo tiene una historia de lucha, logros, frustraciones, derrotas y muertes. También de exilios, traiciones, fidelidades, odios. Y amor.
Amor incondicional del pueblo a quienes elige como sus líderes. Qué palabra.
Líderes. Liderazgo. Líder.
¿Quién asigna esa categoría? Si no es el pueblo.
Pueblo, esa es otra categoría polisémica.
Una definición de pueblo: hace referencia a los habitantes de una cierta región, nación o país. Estos habitantes constituyen una comunidad, ya que comparten una misma cultura.



Podemos hacer una re lectura de la categoría pueblo, poniendo un oído en un concepto, si se quiere filosófico, de Juan Domingo Perón. Cuando el dice que “para el peronismo existe una sola clase de hombres, los que trabajan”.
Para el objetivo de lo que pretendo compartir con esta nota, voy a tomar esa definición para asimilarla a la noción de pueblo. Con una pequeña adaptación:
para el peronismo existe una sola clase de hombres y de mujeres, los y las que trabajan’.



Entonces digo: ese pueblo es el que asigna la condición de líder a una persona.
Hoy esa persona es Cristina Fernández de Kirchner.

Hay hechos en nuestra historia reciente que resultan paradójicos. Tal vez también premonitorios.

Cuando los cipayos del colonialismo yanqui derrocaron a Perón, los medios afines lo denigraron hasta lo indecible. El gobierno asesino de Aramburu y Rojas, dictó el infame decreto 4161, donde se prohibía nombrar al líder del pueblo, mostrar los símbolos partidarios, cantar la marcha peronista, persiguieron, encarcelaron y fusilaron militantes por ser peronistas. Con el objetivo de borrar de la memoria popular a Perón y al peronismo. El odio gobernaba el país.

Fueron 18 años de exilio. Incontables viajes de dirigentes a la residencia de Puerta de Hierro. Desde donde Perón conducía la resistencia.
La militancia realizaba actos relámpago. Pintaba paredes. Las hinchadas de fútbol cantaban la marcha peronista en los estadios.
Ese pueblo nunca olvidó a Perón. Nunca olvidó a Evita.
Perón regresó. El pueblo volvió a ungirlo presidente.
El amor venció al odio.
La memoria popular no la borra la represión, la tortura o la muerte.

En las elecciones presidenciales de 2015 el peronismo fue derrotado. Desde el gobierno electo de la alianza Pro-Radical Cambiemos, con el presidente Mauricio Macri a la cabeza. Eligieron un enemigo. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner; a la presidenta mandato cumplido y senadora nacional; a sus funcionarios de gobierno; a las medidas que beneficiaron a las grandes mayorías; al peronismo. El odio asumía el gobierno otra vez.

Comenzó la desarticulación de los derechos ganados en 12 años de gobierno peronista. Comenzó la destrucción de la industria nacional. El cierre de las fuentes de trabajo. El endeudamiento criminal. La dolarización de la economía. Los tarifazos. La desarticulación de la ciencia y la tecnología nacionales. La desocupación. El hambre, el saqueo, la persecusión. La represión a las protestas populares. El hostigamiento a Cristina Fernández de Kirchner y su familia.

El odio en acción desde los medios hegemónicos. En una alianza de los mismos poderes fácticos que propiciaron el derrocamiento de Perón.
El fin último entonces y ahora es el mismo. Perón lo dejó acuñado en su legado histórico “El Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional”. Allí anunció que vendrían por nuestros recursos naturales. Para lograrlo necesitan gobiernos que renuncien a la soberanía nacional. Gobiernos que acepten la dependencia estratégica del país. Como pago a esa claudicación el imperio permite el enriquecimiento de los traidores locales.

Por eso el enemigo de todo intento de dominación es el peronismo. Porque es un Movimiento Nacional que tiene como fin último la Liberación Nacional. Único medio de lograr “la felicidad del pueblo y grandeza de la Patria”. Más allá de circunstanciales “vandoristas” que usen la retórica peronista para captar votos.

Por eso el objetivo de las fuerzas coloniales que conducen este proyecto iniciado en diciembre de 2015, es la domesticación y/o destrucción del peronismo.
El enemigo entendió mucho más rápido que muchxs compañerxs, que los 12 años de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, fueron el mejor peronismo, luego de los tres gobierno de Perón.




Néstor lo dijo de manera clara y contundente “nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio, somos peronistas”. Cristina lo reafirmó.

Desde que dejó el gobierno comenzó la persecusión judicial, personal y familiar a Cristina Fernández de Kirchner. Los mismos medios de comunicación que la hostigaron, insultaron y trataron de ridiculizarla desde sus páginas, micrófonos y pantallas durante sus dos presidencias. Esos mismos medios que difundieron
mentiras de cuentas ocultas en el extranjero y corrupciones que nunca se pudieron comprobar. Dejaron al descubierto la trama pergeñada.

Una oportuna denuncia. Un juez que cumple con la tarea que uno espera de tal función. Abrió la caja de Pandora. Quedaron expuestos periodistas y sus medios mandantes, fiscales, jueces, agentes de inteligencia, y funcionarios del gobierno. En una secuencia que llega al poder ejecutivo.

El operativo “destruyan a Cristina” ocultaba el verdadero fin de la estrategia de la embajada. Como en 1955. Borrar de la memoria popular el peronismo. Hoy encarnado más que nunca en la figura de Cristina Fernández de Kirchner.
Más allá de los errores que se le pueden enrostrar a sus dos períodos de gobierno. Hoy encarna la esperanza del pueblo.
Ese pueblo que es el único que empodera a su líder.


Como hace 64 años. El pueblo no cambia de idea. Sigue las banderas de Evita y Perón.
Hoy es Cristina Fernández de Kirchner. El amor vence al odio.

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