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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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viernes, diciembre 28, 2012

A LA CORTE SUPREMA DE LA NACION



LA JUSTICIA NO ES CIEGA

Una canción de Patricio Rey dice en uno de sus párrafos “todo preso es político”.
De la misma manera podemos decir que “todo fallo es político” porque como los jueces se expresan “mediante sus sentencias” dicen ellos. Muchos también se expresan políticamente, a través de los medios, o desde sus conferencias o desde comunicados que no firman. Aunque lo nieguen.
Uno de los dichos populares “colonizantes” nos han hecho creer durante muchos, muchos años que “la justicia es ciega”.
Pretendiendo con esa frase, convencernos que “la justicia” no mira la condición social de quienes llegan a sus estrados para ser juzgados.
Basta con haber leído el “Martín Fierro” o visto “Juan Moreira” del querido Leonardo Favio, para certificar que nunca ha sido “ciega” la justicia.
O también, recordar algunos juicios emblemáticos de los últimos años (cada quien tendrá más de un ejemplo para aportar) para terminar de convencernos de la buena vista de la Justicia nacional.
No cuestiono la práctica política de los jueces de la Nación. Porque todo acto humano, es político, como también es cultural.
Lo que me parece cuestionable es que en esas decisiones políticas que se llaman “sentencias”, “fallos”, “dictámenes”, “resoluciones”, “acordadas” y demás, se privilegien intereses corporativos antes que el bien común.
Entendiendo como bien común, el de la mayoría de la sociedad.
Hay una característica que nuestra realidad aporta desde el 25 de Mayo de 2003.
¿Cuál es?
Que a medida que avanzaba el proyecto nacional, popular y democrático, se iban cayendo las máscaras de aquellos que tenían un discurso a contramano de sus propios hechos.
Durante todo este tiempo hemos ido echando luz donde reinaban las sombras que cobijaban a nefastos personajes que asolaron la democracia, desde que la recuperamos. Para no ir más atrás (que no es el motivo de esta nota)
Es así que han quedado a la intemperie muchos personajes que han sabido mover los hilos de sus marionetas o fantoches. Los hemos descubierto.
En lo personal, creo que una divisoria de aguas importante se produjo con la recordada votación por la resolución 125.
Allí quedó delimitado en trazos gruesos, quienes defienden los intereses nacionales, y quienes los privilegios de unos pocos.
Esto no quiere decir que no haya habido muchos más hitos. Menciono a mi juicio los emblemáticos.
Otro de esos hechos ha sido la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Si bien es algo harto conocido que aún perviven en los pliegues de la Justicia muchos magistrados que han jurado por las sangrientas actas de la genocida dictadura.
Estos personajes han ido mostrando sus uñas en numerosos fallos en contra de los intereses nacionales y de la igualdad ante la ley.
Sin contar con los últimos manejos de Héctor Magneto, para conseguir el favor de diversos Jueces y Cámaras que han acompañado y seguido al pie de la letra la estrategia de este señor de burlarse de los tres poderes del Estado y en definitiva de la Soberanía Popular.
Lo que realmente me ha sorprendido, en cuanto al tema específico de la Ley de Medios de la Democracia, es la postura de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, como integrante de uno de los poderes del Estado. Que junto al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo, son parte del Gobierno Nacional.
¿Cómo puede el máximo órgano de Justicia del país, beneficiar con el alargamiento de los tiempos que favorecen a la corporación económica empresaria con intereses en medios de comunicación, en contra del bien común?
¿Dónde queda la igualdad ante la ley?
¿Qué ciudadano común puede recurrir a tantas argucias para no cumplir con las leyes del Estado?
Había un periodista de policiales que tenía una frase, que creo viene al caso: “a medida que pasa el tiempo, la verdad huye” no sé si es textual.
Señores de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no dejemos que la verdad huya. No le inoculen al ciudadano común el veneno de que “la justicia no existe”.
Está en sus manos, no sólo un fallo.
Sino la credibilidad que nos asegura que la sociedad siga siendo democrática.

Daniel Mojica

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