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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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domingo, octubre 14, 2012

LO QUE SE JUEGA EL 7 DE DICIEMBRE



¿QUE DEMOCRACIA QUEREMOS?

Los argentinos estamos ante una disyuntiva que va a determinar el futuro de nuestras vidas y la de nuestra descendencia.
Si hacemos un poco de historia, revisando tan sólo el devenir del siglo XX podemos concluir que hemos tenido muchos años de gobiernos producto de golpes militares. El último de ellos, el de la dictadura genocida cívica, militar y mediática ha dejado una profunda huella en la sociedad.
Tan profunda que desde que recuperamos la democracia en 1983 los argentinos hemos vivido en una democracia condicionada.
Condicionada por el terrorismo de estado, que cumplió con el objetivo planteado por los ideólogos civiles de “disciplinar” al conjunto de los argentinos.
Esa “disciplina” era necesaria para imponer el plan económico que trajo hambre y miseria al conjunto del pueblo argentino, mientras las minorías de siempre veían engrosar sus ganancias y prevalecer sus privilegios.
Todo ese “proceso” también necesitó que los medios periodísticos y audiovisuales sostuvieran desde el ocultamiento y la mentira, el plan de exterminio en el que se apoyaba semejante plan.
Sólo un grupo de mujeres tuvo la valentía y la entereza de enfrentar pacífica y tozudamente tan nefasto proceso.
Convengamos que hubo algunos dirigentes y organizaciones sociales que acompañaron esa gesta de las Madres, Abuelas y familiares de nuestros 30 mil hermanos.
Esa democracia condicionada, nos convenció al conjunto de los argentinos que había algunas cosas que no se podían hacer.
Por ejemplo: Negociar de igual a igual con los organismos internacionales,
Tener relaciones internacionales sin sometimientos con todas las naciones,
Cuestionar a los poderes establecidos (que algunos ingenuos creen que es el gobierno), poner límites a las corporaciones, modificar el espíritu de la Corte Suprema de Justicia, implementar un modelo económico sin la injerencia del FMI, tomar la decisión de no reprimir las protestas sociales. Entre tantas otras cosas.
Lo importante es que nos habían hecho internalizar la idea de “no se puede”.
La democracia que recuperamos, devino impotente para solucionar los problemas de los sectores populares.
La sucesión de gobiernos democráticos que no representaban al pueblo que los votó, sino a intereses ajenos a la mayoría de la sociedad, explotó en una crisis de representatividad en el 2001.
Esa misma crisis de representatividad es la que se vislumbra ante las recientes debacles económicas que padece el mundo. Pero esto será motivo de otra nota.
Luego del estallido del 2001 y del grotesco desfile de “presidentes” que tuvimos que soportar, llegamos a las elecciones presidenciales, en las que un casi desconocido dirigente peronista asume con menos porcentaje de votos que los índices de desocupación.
Este mismo Presidente, en su discurso de asunción, dio las primeras señales del rumbo que tomaría. Para quienes quisimos entenderlo.
Se reconoció como parte de la generación asesinada por los genocidas, dijo también sentirse hijo de las Madres de Plaza de Mayo.
Y aclaró “no vine a dejar mis convicciones en la casa de gobierno”.
Ese fue el punto de partida para un gobierno que ubicó al estado en el lugar que le fuera arrebatado en 1955, y hasta entonces nunca había recuperado.
Desde ese momento se fueron sucediendo toda una serie de medidas que no es necesario enumerar, para recordarlas. Pero nos demostró a todos los argentinos que “se puede”.
Luego, con la asunción de Cristina Fernández de Kirchner, el proyecto nacional y popular iniciado por Néstor Kirchner se fue profundizando con la implementación de numerosas leyes que sumaron inclusión y derechos a sectores que no los tenían.
También hubo resistencia de los sectores que veían recortados sus privilegios. No es el objetivo de esta columna adentrarse en todos los pormenores que enfrentó el actual gobierno desde su asunción en el primer período constitucional. Enfrentamiento agravado exponencialmente desde su segundo mandato.
Los ataques son más virulentos desde la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Ataques motorizados de manera especial por la corporación mediática que encabeza el grupo empresario Clarín.
Este grupo, que supo ser socio y beneficiario de la dictadura genocida que protegió desde sus canales de difusión mediática, es quien ha condicionado la democracia argentina desde que la recuperamos. Hasta el 25 de Mayo de 2003.
Gracias a las influencias de este grupo, consolidadas desde aquel contexto de genocidio, en connivencia con numerosos jueces que fueron nombrados por los terroristas de estado y que aún perviven en los pliegues del Poder Judicial.
Jueces que juraron por las actas del proceso genocida y que aún están en funciones.
El día 7 de Diciembre, es el día fijado por la Corte Suprema de Justicia, para que se termine con las cautelares otorgadas por esos jueces antes mencionados.
El día 7 de Diciembre, los argentinos vamos a asistir a un hecho que va a significar un nuevo punto de partida para esta democracia que sostenemos.
Sabemos que el Cártel Clarín, no va a resignar sus privilegios, livianamente. No sólo sus privilegios están en juego. Está en juego la autoridad de la Corte Suprema de la Nación.
También estará en juego el tipo de democracia en la queremos vivir los argentinos.
Si queremos volver atrás, a una democracia condicionada e impotente, o si de una vez por todas, queremos una democracia que es respetada, valorada y tomada como ejemplo, por muchas de las medidas que hemos tomado.
Una democracia de un país que puede ser cada día mejor, para los 40 millones de argentinos.

Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica
Prensa CC La hora de los pueblos

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