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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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martes, septiembre 16, 2008

CUESTION DE TITULOS

¿EL FIN DEL CAPITALISMO? Cuando cayó el muro de Berlín, y se produjo el colapso de la URSS, todos los medios de la corporación mediática mundial, con sus corifeos locales, se apuraron a anunciar “el fin del socialismo” “la muerte del socialismo” “el triunfo del capitalismo” y oportunistas titulares por el estilo. Hoy, con el colapso de los principales bancos y entidades crediticias, que la inconmensurable inyección de miles de millones de dólares que realiza el gobierno de EE.UU, no alcanza para salvar del derrumbe ¿podemos afirmar que asistimos al derrumbe del capitalismo? ¿tal vez a su profunda agonía? ¿algún medio se animará a anunciarlo con la misma morbosa ligereza y falta de ingenuidad de entonces? Esto nos dice mucho acerca de quienes manipulan la información de todos los días y pretenden llenarnos de diferentes miedos. Cuando nos dan su propia versión de la realidad, pretendiendo que creamos que sólo nos la muestran tal como es ¿hasta cuando seguirán disfrazando los hechos a su conveniencia y de acuerdo a su ideología de dominación, guionada por los centros de poder económico que se derrumban por su propia esencia? ¿será hasta que dejemos de consumirlos y darles la razón? ¿Seguiremos creyendo en quienes defienden y defendieron a todos los que nos saquearon históricamente? ¿seguiremos leyendo sus diarios, escuchando sus radios y mirando sus programas? O por fin haremos uso de nuestra libertad y de nuestro espíritu crítico. Por fin nos haremos cargo de nuestra propia forma de pensar, de nuestras actitudes y elecciones. Por fin asumiremos nuestras convicciones y sus consecuencias. ¿O seguiremos comprando espejitos de colores? Como siempre. Depende de nosotros. Daniel Mojica Escritor / Actor

1 comentario:

Julieta Lionetti dijo...

Esto de estar publicando como "default", según me anuncia el cuadro de diálogo de Blogger da un poco de escalofríos en estos días. Mira, Daniel, ni la caída del muro de Berlín fue el fin de un socialismo que en realidad nunca llegó a ser mucho más que una economía de burocracias estatales, ni creo que el revolcón sufrido por "los mercados de sombras" (así los llaman ellos mismos, los "shadow markets") y que pagaremos entre todos los habitantes del planeta sea el fin del capitalismo.
Lo que a mí me saca de quicio es que en primera plana de La Nación se regodeen con titulares como este: "Advierten que al país se le termina el viento de cola". Lo dicen casi con alegría,como si no fuesen argentinos, y se olvidan de contarnos que, en realidad, ya no hay vientos de popa ni de proa ni de bolina, sino un huracán que nos amenaza, creado y criado en esa "city" universal que, para simplificar, llamaré "especulación financiera". Yo sí leo esos diarios, porque tengo que saber dónde están, qué harán mañana. Todos debemos saberlo. Y lo que me descubren es que han quedado al descubierto: todo lo que publican es tan transparente, se duelen y se rasgan las vestiduras, porque este fracaso les pertenece. Se duelen de que Lula y Cristina se hayan alegrado de que el huracán tal vez llegue con menos violencia a nuestras costas, a nuestras flotas. Lo consideran una falta de lealtad, una falta de modales, bueno cualquier cosa dicen. Hasta defienden al mortífero (en muchos sentidos) Bush como si fuera su presidente.
No es mi esperanza que este sea el fin del capitalismo. Mal fin sería uno que es producto del suicidio y no de la superación del modelo gracias a la toma de conciencia de las masas.
Lo que sí me gustaría es que, a partir de ahora, ese capitalismo fuese distinto. Que volviese a cambiar el código genético del dinero, como cambió (para mal) en los años 70, sin que nos diéramos cuenta. Ese gran gol que nos metieron mientras creíamos hacer Historia. Ni mercados integristas, ni Estado capitalista, tal vez me conformaría con un capitalismo de Estado, uno menos radicalizado, que asumiera la necesidad de regulación (de hecho, la piden a gritos, pero socializando sólo la deuda)y aunque fuera una mínima parte de la responsabilidad social abandonada.
Y sobre esto de socializar la deuda hay mucho que reflexionar, ahora que el "campo" (¿de concentración?) se pone otra vez en "pie de lucha". Ellos gritan contra una fiscalidad que sienten injusta, y se olvidan que en esa fiscalidad injusta quienes más pagaron la fiesta que fue del 76 al 2002 son los 10 millones de pobres que todavía tiene la Argentina. Ojalá la Presidenta hubiese dicho esto cuando lo de la resolución 125 en cambio de hablar de "ayudar a los pobrecitos" que no logran salir adelante. Nadie se conmueve con la palabra "ayudar" y ellos no son pobrecitos, son los que pagaron (en carne viva, casi como en Shakespeare) la mayor parte de nuestra deuda. La redistribución de la que todavía estamos hablando en la Argentina es una redistribución del sufrimiento. Y los De Angeli y compañía no la aceptan.
El plan de Bush, rechazado por el Congreso, también iba a crear "pobrecitos" allá arriba, en la Gran Babilonia. Y su rechazo, más "pobrecitos" aún: porque la transferencia de riqueza ya ha tenido lugar.
Lo siento, pero de fin del capitalismo esto no tiene visos. Más bien, de una nueva y dolorosa etapa de acumulación, aunque tan distinta de la tradicional que nos es difícil reconocerla.
Lamento mi falta de optimismo.