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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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jueves, diciembre 29, 2016

MÁS QUE ESPERANZA: CONVICCIONES

Hay un dicho popular que reza “la esperanza es lo último que se pierde”.
Quizás, no falte mucho para que el oficialismo lo adopte como otra de sus frases, mantras, idea fuerza, motivación para que la expectativa de un futuro venturoso siga latente en la sociedad.
Aunque hay que tener una dosis de fe inmensa, luego del primer año transcurrido, para seguir creyendo en “la pesada herencia” y en “la campaña del miedo”.

La verdad del estado en que el gobierno recibió el país, está muy clara en los documentos con los que el poder ejecutivo envió al exterior a sus representantes en busca de inversiones.
La mentira es sólo para consumo interno, para apuntalar, tal vez esa esquiva fe, o para regar el odio de los “ultra M”, para que de esa forma no cierre la tan mentada “grieta”.
La campaña del miedo no fue tal, y en todo caso se quedó corta en sus presunciones.

Hay un equívoco que busca ser naturalizado desde los medios hegemónicos y muchos dirigentes que se hacen los “distraídos” ante el tamaño de la entrega de la soberanía y la estafa al pueblo que se lleva a cabo desde hace un año.
Ese “equívoco”, es hacernos creer que las medidas económicas, políticas y sociales con la consecuencia devastadora demostrada en sólo un año: “son errores”, “que algunos ministros, secretarios y funcionarios se equivocaron”, “que no fueron eficientes”, “que es por las internas del gabinete”.

¡No nos dejemos embaucar! ¡Esto es lo que vinieron a hacer! Y lo van a seguir haciendo con otros “jugadores” que ingresen al “equipo”.
Marcos Peña, al “aclarar” la salida de Alfonso Prat Gay fue transparente, dijo “la economía la decide Macri”. Aún le quedan tres años para seguir destruyendo los derechos ganados los últimos doce años; y seguirá hasta lograr lo que en 1955 se propuso la clase que representa: destruir al peronismo o “domarlo” (integrarlo al sistema liberal).

Ese es el “peronismo” que representa Sergio Massa (en el supuesto que sea peronista). El “peronismo domesticado” que describió J. W. Cooke. Un peronismo “amigable” con el sistema que oprime a los trabajadores, que expulsa al hambre a miles de argentinos, que cierra fuentes de trabajo, que se somete al FMI vía endeudamiento, que aumenta la mortalidad infantil.
Recordemos que los últimos doce años la mortalidad infantil se redujo en todo el país. Salvo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tuvo a Mauricio Macri como jefe de gobierno durante ocho años en el mismo período.

A los peronistas nos duele el dolor ajeno y nos subleva ver a los pibes con la tristeza y la impotencia clavada en la mirada.

Asistimos a una inmensa ingeniería social que pone en un futuro incierto el bienestar general. Pero el sistema que consagra la Constitución de 1853 no lo contiene en su espíritu, porque defiende con más precisión la propiedad privada que al ser humano. Dentro del sistema y las medidas que proponen los representantes y defensores de este sistema, que ni siquiera respeta su propia Constitución de clase, no hay ninguna posibilidad de lograr la grandeza de la Patria y la felicidad del pueblo.

Por esta razón en 1948 se consagró una Asamblea Constituyente, con todos los requisitos legales y jurídicos prescriptos, que dio a luz la Constitución de 1949, que abrió la puerta al Constitucionalismo Social. Pero fue derogada por un decreto del gobierno de facto de 1955 y avalado por la Corte Suprema de entonces.

La tarea por delante es ardua y tiene varios frentes: 1) el coyuntural o táctico que consiste en desnudar cada propuesta oficial, por más seductor que sea su nombre; 2) el estratégico, tiene que ver con agrupar las fuerzas afines al proyecto de liberación y 3) organizar esas fuerzas detrás de un programa básico que podría sintetizarse en : Independencia Económica, Soberanía Política, Justicia Social y Defensa de los derechos ganados los últimos 12 años.
No caigamos en la trampa de cada año electoral: discutir candidatos. Es el camino directo a romper la unidad lograda. Porque los EGOS forman parte del sistema a cambiar (ojo, “ellos” no inventaron el “cambio”, sólo lo vaciaron de contenido).
Elaborado el programa a plebiscitar en las urnas cada distrito tendrá el compañero o compañera que mejor haya defendido en los hechos la lucha en el territorio.
No hay magia. Hay trabajo, convicciones y coherencia.
Por un 2017 que abra el camino del pueblo al gobierno.

Daniel Mojica

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