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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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martes, septiembre 25, 2012

RECORDAR PARA NO REPETIR



PARALELISMOS NEFASTOS

Si hacemos un poco de memoria, podemos convenir que el golpe genocida cívico, militar y mediático, no fue “espontáneo”, ni tuvo como causa esencial o primigenia “el accionar de la guerrilla”. Sino el establecimiento de un plan económico anti popular en beneficio de unos pocos privilegiados.
El devenir de los hechos históricos va echando luz a las diferentes etapas de la realidad nacional e internacional. Es así como hechos que nos han tenido como contemporáneos actores/espectadores, aunque tal vez, no protagonistas, con el paso del tiempo se clarifican. O se perciben matices no vislumbrados cuando sucedían.
Si hoy analizamos los sucesos previos al golpe genocida implementado por los militares, instigado por los civiles y silenciado por los grandes medios, podemos recordar un gobierno democrático desgastado, un alto dirigente de la oposición denunciando la “guerrilla fabril”, un poder militar que lanza un ultimátum a la clase política, un decreto del gobierno democrático debilitado que habla de “aniquilar a la subversión”. No nos olvidemos que faltan pocos meses para que haya elecciones presidenciales.
Se ponía en marcha una operación política pergeñada por sectores civiles, acompañada por los grandes medios de entonces.
El plazo dado por los militares a la clase política además de exiguo, fue arbitrario y buscaba sólo una respuesta. Esa respuesta la dio el máximo dirigente de la oposición, el radical Ricardo Balbín “no tenemos soluciones para dar”. Con esa frase abrió la puerta al genocidio. Con lo que toda la dirigencia con responsabilidades de conducción de aquel momento ha quedado manchada con la sangre derramada del pueblo argentino.
¿Dónde está el nefasto paralelismo?
En que la clase política de entonces no supo leer la realidad que se venía, si no se defendía el sistema democrático. Aunque el gobierno elegido, próximo a cumplir su mandato, no tuviera la idoneidad, quizás, que ellos hubieran querido.
Actualmente, luego de la marcha del 13 de Septiembre, producto de una operación montada desde los medios hegemónicos, en la que el odio y los deseos golpistas se manifestaron con total libertad, la clase dirigente opositora no critica estas expresiones claramente desestabilizadoras de la democracia, con insultos y agravios a la persona de la Presidenta.
“La ruta del odio lleva a los enfrentamientos violentos. Es algo que ya se vivió y se sufrió. Es un camino más que peligroso. Si la oposición no critica estas expresiones –y las justifica como en otras épocas-, estará repitiendo los mismos errores del pasado” (Extracto de la excelente nota “Odiólar” por Luís Bruschtein en “Página 12” del Sábado 22/9/12)
Soy de los que creen que el actual Proyecto Nacional, Popular y Democrático que conduce la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se merece una clase dirigente opositora que esté a la altura del pueblo que está sosteniendo este proyecto. Una clase política que sea capaz de proponer un proyecto superador, que mejore todas y cada una de las medidas llevadas adelante por el gobierno democrático elegido hace unos meses y que tiene por delante más de tres años de mandato.
Esto, si es verdad que esa dirigencia pretende, como dice, mejorar la situación de los trabajadores, de la educación, de la salud, de los jubilados, etc., etc., etc.
¿O acaso sólo son fuegos de artificio para hacerle el juego a las corporaciones empresarias mediáticas y financieras que pretenden terminar con todos los derechos obtenidos desde el 25 de Mayo del 2003 a la fecha, para que esas mismas corporaciones vuelvan a condicionar a la democracia como lo han hecho desde que recuperamos la democracia, hasta que Néstor Kirchner les dijo basta?
¿No se lo han preguntado?
Tal vez sea hora de que lo hagan.

Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica


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