( Escrito en la primavera del 2000 )
Reflexionando acerca del rol del peronismo en esta actual coyuntura política, me pasó que terminé pensando también, sobre mi propia existencia.
Es que el peronismo, no es una ideología abstracta, sino una forma de vida. Un sentimiento que por décadas ha identificado a muchas personas, y, en determinadas etapas de la historia nacional, a la gran mayoría del pueblo.
Pero, ¿qué es lo que sucedió en los últimos veinte años, que el otrora multitudinario movimiento fuera enflaqueciendo año tras año?
No puede aducirse una sola causa, pero sin duda un significativo lugar lo ocupa el vaciamiento de contenido llevado acabo concienzudamente por la sucesión de dirigentes que han conducido al partido ( dejando en el olvido el carácter movimientista histórico ), y la total ausencia de una mística revolucionaria, razón de ser del peronismo. Llegando al extremo, que en los últimos diez años, ser peronista no era vivido con orgullo, sino todo lo contrario. Viendo el triste estado en que fueron dejadas las viejas ( y no por eso fuera de actualidad ) y entrañables banderas peronistas, que tanta sangre costaron a lo largo de la historia de lucha de los trabajadores en la Argentina; y que terminaron siendo víctimas también de una infame traición.
Tal y como lo anunciara la compañera Evita ha sido perpetrada no por los "gorilas"
sino por dirigentes que se llaman peronistas, y que obraron como un verdadero caballo de Troya. Logrando, casi, el objetivo buscado por el sistema desde el `55,
destruir al peronismo, y lo que representa.
Lo que sí han logrado es una pérdida de credibilidad alarmante, y el debilitamiento de cada una de las estructuras que comunicaban al pueblo con el peronismo, identificándolas mutuamente, y que constituyeron la base histórica del movimiento.
De allí, es de donde se nutren y oxigenan los movimientos revolucionarios, y el peronismo no puede ser otra cosa, pues nació para transformar la Nación. Es su certificado de nacimiento y su mandato histórico. Si se quiere también, su karma universal.
Hoy, al descreimiento generalizado en la política, se suma la particular desconfianza en la dirigencia del peronismo. Ella misma se lo buscó, al privilegiar en su gran mayoría los intereses personales, por encima del interés popular.
Pero como las comunidades no se suicidan, estamos ante una oportunidad inmejorable para recuperar el perfil propio y ubicarnos en el rol histórico que nos corresponde como peronistas, y nunca debimos dejar de lado.
Se viene una nueva instancia política, la del ejemplo ético, la transparencia, y la lucha contra la corrupción.
Como en cada etapa de la lucha popular, el peronismo debe estar al frente de la misma. Para eso debemos reconciliarnos en la práctica, esto es en la lucha cotidiana,
con cada una de nuestras banderas de siempre, y las que el pueblo en su lucha va levantando. De esta manera, a la vez que instalamos una nueva conducción ante el pueblo, recuperaremos su confianza, principal capital político del peronismo.
Pero esta lucha, no es sólo política, es ante todo cultural. Y aquí también el peronismo debe ocupar su lugar protagónico, es decir, recuperarlo.
El peronismo debe recuperar cada uno de los espacios que perdió durante la última dictadura, además de los que dilapidó la dirigencia en los últimos diez años, cuando eligió alejarse del trabajador, razón de ser de su propio orígen.
Entonces, la recuperación es también de sentimientos.
Si hablamos de dictadura, y de recuperar sentimientos ¿quién puede negarnos el querer reivindicar a todos los peronistas que cayeron desde el `55 a la fecha?
¿Cuándo un peronista se olvidó de un compañero caído en su lucha contra la dictadura de turno?
En tal caso ¿tenemos que pedir permiso para hacer nuestro a cada compañero masacrado desde el `76 en adelante? ¿Desde cuando? ¿O vamos a negar también que en su gran mayoría son peronistas? Quizás alguno haya elegido un camino diferente,
pero jamás debemos permitir que los metan del mismo lado que Videla, Massera y companía. Por respeto a la memoria de los compañeros, a su lucha y a la nuestra.
Precisamente ahí, empezamos a perder coherencia. Desde el `83 en adelante, la dirigencia de la democracia se olvidó de la lucha que la hizo posible, y de cada uno de los compañeros que cayeron en ella. Pero esto es parte de otro debate y análisis impostergable.
Ahora, si pienso en el rol que el peronismo debe tener en esta etapa, sólo se me ocurre verlo como a través de su mejor historia, junto a los desposeídos y despojados de la patria. Así, lo primero será recuperar la identidad, cosa imposible de realizar si no recojemos las banderas que nos dejamos arrebatar: Justicia social, Soberanía política e Independencia económica. Esto, no es volver al pasado, es pensar el futuro
desde la libertad necesaria para que el pueblo, es decir, cada uno de nosotros, asumamos otra vez el protagonismo.
Hay sectores que siempre han estado alertas, pero se advierte una gran dispersión de fuerzas, que el peronismo debe volver a aglutinar y conducir. Ardua tarea.
Pero el 2000 ya llegó y nos encontró desunidos y dominados, por una globalización, que es la madre de todas las discriminaciones e injusticias. Por eso hay que recomponer las estructuras de base y llenarlas de pueblo, si no se acaba el peronismo.
Hay que volver a la mística del "Luche y Vuelve", a la pasión transformadora de los `70. No temerle al debate, y a la discusión política e ideológica. No somos liberales,
somos peronistas.
El peronismo que siempre estuvo junto al pueblo, tuvo las mejores propuestas.
Volvamos a ser protagonistas. Demos la pelea dentro del partido con una agrupación que tenga a la compañera Evita como símbolo, guía y ejemplo de lucha y convicción revolucionaria. Reconstruyamos el carácter movimientista, que se nutre de esa misma esencia.
En definitiva, la lucha no ha cambiado, se trata de distribuir la riqueza ( que hay que volver a producir ) de manera más equitativa. En algún punto, estamos como antes del `45, pero no porque los peronistas somos nostálgicos, o porque vivimos en el pasado, sino porque arrasaron con todas las conquistas sociales conseguidas desde entonces. Yo me pregunto ¿qué mejor momento para refundar el movimiento, transformando al partido peronista en la herramienta que necesitamos para recuperar el poder.
Atención, recuperar el poder, no sólo el gobierno, compañeros.
En estos más de veinte años que pasaron desde la furia asesina de la dictadura contra lo nacional y popular, veo con dolor que desde la dirigencia del peronismo, no solamente no se reivindicó a los caídos como sangre propia, cosa que no es casual, sino que además los dirigentes que estuvieron al frente de la conducción, se preocuparon de hacer buena letra frente al poder de siempre, para ser confiables y así, permanecer.
Es que, definitivamente, no se puede estar del lado del opresor y del oprimido al mismo tiempo. Cada uno elige. Y la gran mayoría de la clase dirigente eligió hacer sus propios negocios o propiciar y facilitar que los hicieran los grandes grupos económicos. Quedando de espaldas al pueblo.
Entonces ¿cuál es hoy la tarea del peronismo? pues estrechar filas con sus bases históricas y reconstruir el campo nacional y popular, para concluir con la tarea de liberación iniciada en Mayo del `73.
No podemos comprar los espejitos de colores que hoy vienen con la inscripción "el fin de la historia" o "la muerte de las ideologías", junto a la etiqueta que anuncia "Hecho en China".
Es verdad que se disolvió la Unión Soviética y que cayó el muro de Berlín. Pero con el debido respeto que se merecen todos los pueblos ¿qué nos importa? ¿qué nos significa a nosotros?
Si nunca nos miramos en otro espejo que que no fueran nuestras propias necesidades y prioridades nacionales. Que haya triunfado el modelo capitalista yanqui, no quiere decir que sea mejor, ni más humano. Quizás, tan sólo signifique que el socialismo derrotado dentro de sus propias fronteras, haya copiado las peores cosas de sus enemigos ideológicos, y terminaron alejándose de sus propias fuentes, o sea cada pueblo en particular.
En definitiva el ideal de un país más justo, soberano, igualitario y solidario no puede jamás depender de otra cosa que no sean las aspiraciones y necesidades de las propias personas que lo habitan. Precisamente esto es lo que quieren cortar de raíz
al pregonar el triunfo mundial de un capitalismo que no nos contiene ni representa.
En todo caso nos expulsa hacia los márgenes de una indigna pelea por la supervivencia, para alejarnos de la real pelea por un modelo que contenga y represente a la gran mayoría del pueblo argentino.
Este es nuestro verdadero lugar.
Dar las necesarias respuestas cotidianas, pero sin perder de vista el armado de una verdadera estrategia de poder. Pero desde el pueblo y hacia el pueblo.
Sucede que desde la instauración en el `83 de esta nueva etapa democrática, creo que arrastramos un complejo marcado a fuego por la sangrienta dictadura que le precedió.
No hemos vuelto a hablar de lo nacional y popular. Se nos ha perdido la palabra revolución. Y casi hasta tenemos miedo de hablar de peronismo y peronistas. Se habla de justicialismo y justicialistas. Se dirá que que son sólo palabras, y quizás asi sea. Pero hay palabras que suenan más fuerte que otras, hay palabras que identifican más que otras. Y hay palabras que movilizan más que otras.
Cuando el peronismo fué desobediente escribió sus mejores páginas. No nos dejemos
domesticar. Dejemos aflorar la rebeldía innata y reconstruyamos nuestra propia mística.
En medio de estos pensamientos, llego a la conclusión que no se puede ir hacia adelante sin apoyarse en algo, que con seguridad es la heroica historia del movimiento peronista. Pero mientras avanzo caigo en un inmenso pozo negro, la cobarde y asesina dictadura que desangró al país, dejando un estigma de miedo a todo lo que tenga sabor a nacional y popular. Un temor que recorre la sociedad a lo
largo y a lo ancho de cada alma.
En ese particular punto, ha sido un triunfo de la oscuridad y silencio impuesto desde Marzo del `76. La causa popular retrocedió de manera sustancial. Es que los complejos no se desarticulan con facilidad. Requieren mucho trabajo y un sólido ejercicio de la memoria.
Memoria. Creo que es la clave del futuro desarrollo del peronismo contemporáneo.
Sin memoria no hay identidad. Y sin identidad no podremos cumplir con el compromiso histórico de construir una patria libre, justa y soberana.
Debemos rescatar la visión estratégica de Perón y el fervor revolucionario de Evita
y junto al pueblo podremos construir la Argentina para todos que soñamos.
Octubre del 2000
Costruyamos la alternativa peronista nacional y popular con Evita como bandera
La catarata de sucesos acaecidos desde la fecha en que escribí estos "Apuntes..."
hacen imprescindible unas líneas de actualización, que paradójicamente, a pesar de
haberse profundizado de manera catastrófica los peores augurios que alguien pudiera suponer entonces, han dejado al campo nacional y popular, ante la sola alternativa de unificar sus esfuerzos, políticas, intereses y consignas; si es que en verdad quieren escribir un futuro victorioso para el pueblo argentino, desde este presente. Aquí las conducciones de los distintos sectores en que se ha fragmentado la lucha contra el hambre, le represión, la marginalidad, la pobreza, la muerte; y a favor de la verdad, la memoria, la justicia, la dignidad, el trabajo, la salud, la educación, la libertad están ante la encrucijada que habrá de decidir si en realidad están junto al pueblo, o si sólo pretenden que su propio nucleamiento ( y ellos como los conductores/dirigentes del mismo ) obtenga el liderazgo del conjunto ante los ojos
del sistema que pretenden combatir, y sentirse legitimados por las cámaras y micrófonos que siguen en las mismas manos, todavía.
En realidad, esta es la primera batalla del campo nacional y popular, y si no la gana frente al propio egoismo y afán de protagonismo que ha obnubilado a demasiadas mentes que sólo pretenden ser el "número uno" ( subgénero de la subcultura menemista ) digo, si no la gana, la propia identidad que hay que reconstruir, se habrá ido al mismísimo.......anillaco.
El vendaval iniciado en 1989 ha expulsado al peronismo del partido justicialista. Entonces, hay que unir al pueblo peronista desde una clara actitud militante y consecuente con la historia del movimiento. Movimiento que tiene su raiz en los trabajadores, y que como en todas las dictaduras, durante la década en que algunos vivieron en el primer mundo, los trabajadores volvieron a ser las primeras víctimas de un modelo que no sólo les quitó la dignidad del trabajo, sino el orgullo de ser peronista a aquellos trabajadores que lo eran. Porque hay trabajadores que no son peronistas, pero en la lucha por los derechos cercenados están codo a codo unos y otros.
Entonces, los que somos peronistas, tenemos una lucha paralela, que es recuperar el partido para que vuelva a ser una herramienta del campo nacional y popular, o si no, dejémosle el partido justicialista ya que ellos lo prefieren, y como lo han dejado como una cáscara vacía, llena de dirigentes que se aplauden entre ellos.
Nosotros fundemos el partido evita peronista, llenándolo de contenido, renunciando a los honores pero no a la lucha. Y si no nos dejan usar la palabra peronista, que el partido se llame evita compañera. Seamos peronistas en los hechos, recuperemos ese orgullo, esa mística revolucionaria, y completemos la tarea de liberación que iniciamos en 1973.
Hoy hay nuevos referentes que aparecen conduciendo las luchas, apoyemos a cada uno de ellos en tanto sean consecuentes en el camino hacia la construcción de un gobierno nacional y popular. Elaboremos una estrategia de poder desde cada una de las herramientas que los diferentes sectores populares crean para su autodefensa.
Hay que articular los distintos reclamos en una clara y transparente política que sume pueblo, sin importar el color de la coyuntural bandera que se levante. El campo nacional y popular se está debiendo a sí mismo una actitud integradora de las múltiples y variadas propuestas que surgen de la lucha cotidiana. No podemos seguir
peleándonos por insignificancias, que desde el extremo ideologismo le hacen el juego al sistema, que nos quiere desunidos. Si el poder no nos discrimina para reprimirnos, ¿por qué nos discriminamos nosotros mismos en aras de que quede demostrado quienes son más combativos, revolucionarios, o antisistema? El principismo o purismo ideológico nos aleja del pueblo y por ende del objetivo que el campo nacional y popular debería tener, que es construir una alternativa de poder, para reemplazar este sistema, que si bien se cae a pedazos, puede tardar décadas en desmoronarse.
Sucede, que en medio de las crisis más revulsivas ( recordar la década del `70 ) el sistema siempre encuentra mecanismos para recomponerse y sobrevivir.
Entonces, aunemos fuerzas, sigamos codo a codo, plasmemos la unidad dejando de lado egoismos y sectarismos, que en definitiva son rémoras del sistema que queremos remover, si queremos construir algo distinto, comencemos por ser distintos.
Enero/2002
BREVES LINEAS A LOS COMPAÑEROS KIRCHNER-SCIOLI
Compañeros, tengo la certeza que ustedes conducirán a la Argentina, a partir de Mayo del 2003. Desde mi anónimo lugar de ciudadano y peronista les pido con humildad que construyan una Nación, de la que volvamos a sentirnos orgullosos; y que en los momentos cruciales ( que habrá muchos ) y ante las presiones del establishment ( que serán innumerables ) convoquen al pueblo en su apoyo, que es la única garantía de continuidad para un gobierno que aspire a ser popular. No se encierren en sus despachos, no pierdan en contacto con la realidad, no le teman al pueblo movilizado, que ahí está el reaseguro para tomar los resortes del poder y ponerlos al servicio de la Nación. No pierdan el contacto con el pueblo, porque si no habremos perdido una histórica oportunidad.
Un abrazo militante, desde el que me pongo a su entera disposición para lo que sea en aras de trabajar por una Argentina justa, libre y soberana.
Daniel Mojica
24-04-03
Un espacio para el cambio desde la política y la cultura. Correo: danielmojica@cuestioncultural.com.ar
viernes, agosto 04, 2006
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