REFLEXIONES MILITANTES
Los períodos previos a las elecciones
presidenciales generan grandes expectativas en la gran mayoría de los
argentinos. Son épocas de gran despliegue mediático.
Algunos candidatos se apoyan en las
posibilidades que los medios hegemónicos le ofrecen y siguen las instrucciones
de asesores que los muestran como productos de consumo.
Sólo importa el envase y la apariencia.
Sonrisas y frases de ocasión.
No hay sustancia. Falta contenido. Tampoco hay
propuestas viables y formas de realizarlas.
Apenas una puesta en escena que busca
consumidores.
Como si los destinatarios de sus mensajes no
tuvieran memoria histórica de los últimos años vividos. O peor, tal vez dando
por sentado que su nivel de inteligencia (el de la ciudadanía) no llega a percibir
el embuste de ofrecer sólo palabras vacías, propuestas irrealizables, o la
supina mentira de que sostendrán las medidas del actual gobierno que son
apoyadas por más del 60% de la sociedad, según una reciente encuesta. Cuando la
gran mayoría sabe que esas medidas no fueron apoyadas por los legisladores de
los partidos de oposición y hasta antes del resultado de la mencionada
encuesta, demonizaban todas y cada una de esas mismas medidas. Hasta hubo un
candidato que dijo que reivindicaba las banderas del peronismo. Quizás
especulando con que haya algún distraído peronista que le crea.
Tal vez la falta de propuestas viables sea
porque no las tienen. Aunque lo más probable sea que lo que piensan hacer va a
contramano de lo realizado en estos doce años de gobierno.
Este es el escenario que contiene a la gran
mayoría de los candidatos que representan a los partidos opositores al
peronismo kirchnerista.
Del lado del oficialismo, además de mostrar los
logros obtenidos y resaltar la capacidad de gestión, deben tener en cuenta la
generalizada aceptación de las principales medidas que lograron recuperar
derechos, dignidad y soberanía.
Para tomar conciencia de que ese es el piso del
cual se parte hacia la nueva etapa del proyecto, en la que hay que ir por todo
lo que falta.
Sería un error imperdonable pensar que lo
construido es el techo de las aspiraciones populares y que sólo hay que
sostenerlo.
Eso significaría claudicar en las convicciones
que le dieron lugar.
La inclusión es un paso importante, pero sólo
un paso en el camino hacia la justicia social.
Para que "donde hay una necesidad nazca un
derecho" hay que salir a buscar la necesidad. No esperar que venga a golpear la
puerta de los despachos.
Está muy bien darle el lugar que se merece la
juventud y consolidar el trasvasamiento generacional para el sostenimiento del
poder, y para que el movimiento nacional crezca y se dinamice.
Pero no hay que dejar a la intemperie a la
militancia que fue joven en los 70 y
muchas veces no consigue insertarse ni en las estructuras organizativas para
aportar su experiencia política desde diferentes organismos del estado. Tampoco
dejarlos fuera de las posibilidades de un empleo digno para que sigan aportando
al proyecto por el que lucharon y soñaron con este presente que entonces parecía
imposible.
Hay que aprovechar a toda esa generación que
hoy se ve reflejada en los pibes que llenan los actos porque antes fueron ellos
los que colmaban cada acto y aún lo hacen. Quizás sueltos o con su familia sin
estar encuadrados pero con las mismas convicciones.
No hay que pensar que el 10 de Diciembre
termina el mandato de la actual presidenta. Hay que pensar que comienza una
nueva etapa del proyecto nacional y que depende de cada uno que la meta sea la
justicia social y la liberación nacional.
No sólo cuidar lo conseguido. Ir por todo lo que
falta.
Daniel Mojica
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