UNIDAD NACIONAL. UNIDAD DE
ACCION
Es por demás
auspicioso el escenario nacional que va tomando forma en estos diez años de
Proyecto Nacional.
Desde el 25 de Mayo
de 2003 a
la fecha, son muchas las decisiones políticas, que transformadas en leyes y
medidas de gobierno, han cambiado no sólo la fisonomía del país, sino el ánimo
de la inmensa mayoría de los que vivimos aquí.
No es el objetivo de
estas líneas enumerar esas medidas tomadas bajo la conducción de Néstor
Kirchner primero, y ahora de Cristina Fernández de Kirchner. Además, se ha
hablado y escrito bastante sobre las mismas.
El objetivo de esta
nota es un poco más ambicioso, y ojalá contribuya al debate necesario en pos de
la Unidad Nacional.
Meta explicitada en cada uno de los discursos de nuestra Presidenta.
También es mucho lo
que hemos hablado y escrito sobre la genocida dictadura cívica, militar y
mediática. Será largo y arduo el camino a recorrer, para que cierren las
heridas causadas sobre la piel, el alma y la mente de nuestra sociedad.
Resulta claro que hay
una minoría, aunque poderosa todavía, que no está de acuerdo con la idea de la Unidad Nacional. No confundir
con “reconciliación nacional”, que es lo que pretende esa minoría, que
representa aún, el sistema de poder.
¿Cuál es la
diferencia?
Básicamente, el
sistema de poder (y los dirigentes que lo representan) pretende “olvidar los
errores del pasado” y “mirar el futuro”.
Como si hubiera un
futuro que no se apoye en el presente y valore la experiencia del pasado.
En cambio, la Unidad Nacional, supone, en
este presente, hacernos cargo del pasado para no repetirlo y construir el mejor
futuro posible para la inmensa mayoría.
Hacernos cargo del
pasado implica llamar a las cosas por su nombre. La frase “errores del pasado”
oculta hechos, nombres y protagonistas que aún hoy son presente. Esa frase
enmascara golpes de estado cívico-militares, crímenes, genocidios, negociados
económicos, apropiaciones ilegales de empresas.
La dictadura genocida
conducida por Videla, Massera y Agosti, con sus grupos empresarios asociados y
con la complicidad, acompañamiento y sostenimiento de las empresas dueñas de
medios de comunicación, no cometieron “excesos”. Masacraron a una generación de
militantes, torturaron, asesinaron, violaron de manera sistemática a las
militantes capturadas, se robaron a los bebés nacidos en cautiverio, luego de
matar cobardemente a las madres que daban a luz.
Todo esto es lo que
han acallado el grupo “Clarín” el diario “La Nación”, los medios audiovisuales y los
periodistas y comunicadores que trabajaban en esas empresas. Muchos de los
cuales lo siguen haciendo, defendiendo los mismos intereses.
Pero no sólo esas
heridas han dejado en el tejido social.
Porque, así como ha
sido imprescindible la colaboración de los medios de comunicación y los que
informaban desde sus canales de difusión, el ocultamiento de los crímenes de
lesa humanidad cometidos, para engañar a la población. También fueron
necesarios para inocular en la sociedad las ideas que los genocidas pergeñaron
en su plan para someter a los argentinos y convencernos sobre que “somos
derechos y humanos”, “el silencio es salud”, “hay una campaña anti -argentina”.
Así fueron construyendo la sociedad del “no te metas”.
Poco a poco fueron
destruyendo los puentes de solidaridad que la militancia (no sólo la
partidaria) supo construir a lo largo de la patria. Porque era muy común que
estudiantes de diversas disciplinas sociales se ofrecieran voluntariamente,
desde diferentes espacios, a trabajar en barrios humildes, villas de emergencia,
y entre las poblaciones más castigadas a lo largo y ancho del país. Allí donde
el estado estaba ausente.
Por eso el
ensañamiento contra la juventud.
¿Cuál era el problema
con esos jóvenes?
Que llevaban a una
enorme cantidad de compatriotas el mensaje de que tenían derechos, y que había
que luchar por esos derechos, porque es la única manera de sentirlos propios.
Porque, si bien es
cierto “que siempre hubo pobres” eso no quiere decir que está bien que así sea.
Los jóvenes
militantes eran el puente de comunicación entre el pueblo y las diferentes
organizaciones, políticas y sociales a las que pertenecían.
Ese, precisamente es
el puente que destruyeron con el genocidio.
(Un tema para otro
debate necesario es el del pase a la clandestinidad de las organizaciones
guerrilleras, dejando de esa manera desprotegidos a la inmensa mayoría de
militantes no enrolados en la lucha armada)
Puente imprescindible
para cualquier política social, de cualquier gobierno. Por eso se sigue, hoy,
estigmatizando a la juventud que participa en política y que busca reconstruir
esos lazos. Porque hace diez años que hay un estado presente, y eso es lo que
molesta al sistema de poder.
Lo preocupante, desde
el punto de vista de la militancia, es que ese sistema de poder no ha cambiado
de manos. Con el agravante que los grupos mediáticos han crecido en tamaño e
influencia.
Estos mismos sectores
son los que se oponen con todo el poder de que son capaces, a la idea de Unidad
Nacional.
Porque en la medida
que la gran mayoría de argentinos tomemos conciencia, que sólo de la mano de
esa Unidad Nacional, podemos construir un futuro sustentable para los cuarenta
millones que hoy habitamos este suelo. Basados en la igualdad de oportunidades,
la igualdad ante la ley, la supresión de privilegios de clase, el respeto a los
gobiernos surgidos por el voto popular, con un Poder Judicial que no esté
sometido a ese sistema de poder que avaló genocidios, y que volvería a
cometerlos, si se dieran las circunstancias.
Unidad Nacional no
quiere decir que todos pensemos igual sobre cada cosa, quiere decir que el
supremo interés que hay que defender es el del pueblo expresado de manera
democrática en las elecciones, como marca la Constitución
Nacional.
(Otro tema para
debatir, es precisamente el de la reforma de la Constitución
Nacional, para crear los institutos válidos y necesarios para
una sociedad que no es la del siglo XIX)
Creo que es claro
quienes no están de acuerdo con un país libre, independiente y soberano en pos
de la Unidad Nacional.
Son los que se ponen
del lado de los fondos buitre en su reclamo contra la Argentina (porque no es
contra este gobierno que litigan), los que defiende a la empresa Repsol en
contra de la recuperación del control de la empresa YPF (que no es una empresa
de este gobierno), los que se ponen del lado de Gran Bretaña en el histórico
conflicto de soberanía por las Islas Malvinas (que no son de este gobierno),
los que van a “la embajada” a proponerse para ser los “virreyes” del
colonialismo de turno.
La
Unidad Nacional, implica la unidad de acción entre todos
quienes queremos la definitiva Liberación Nacional. Por eso me parece un
ejemplo digno de destacar la reciente designación, por parte de nuestra
Presidenta, del cura Juan Carlos Molina al frente del SEDRONAR. Nombramiento
que se produce luego del documento “El drama del narcotráfico y la droga” dado
a conocer por la Conferencia Episcopal
Argentina, a principios de este mes.
Creo que es un primer
paso en el camino de que además de la protesta, el reclamo, la descripción del
problema, se aporte una propuesta de solución.
Porque el país tiene
una continuidad más allá de los gobiernos que nos demos. Esa continuidad,
también debe expresarse en la continuidad de las políticas que han demostrado
solucionar problemas concretos.
En la medida que
tomemos conciencia como sociedad, que cualquiera que sea el gobierno que nos
demos, debemos seguir adelante con el pleno empleo, la no dependencia de los
organismos internacionales de crédito, tener socios comerciales y no “patrones”,
defender la soberanía, independencia y bienestar de las mayorías, seguir
construyendo desde la UNASUR
y el MERCOSUR, la CELAC,
el ALBA y los organismos regionales que vayamos creando para ser más libres y
soberanos, y hagamos sentir nuestra voz y reclamos en las Naciones Unidas. Así,
la Unidad Nacional
será la semilla de un país mejor que el que recibimos.
Daniel Mojica
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