“EL PUNTERO”. ESTIGMATIZACION DE
(Sobre una nota del diario “Página
Con lucidez, el autor de la nota se pregunta “¿Es posible analizar una ficción únicamente desde los aspectos técnicos, dejando de lado la ideología, cuando la trama se presenta deliberadamente en un registro hiperrealista?”
Mi respuesta es, obviamente, no. Criterio que el autor del programa no comparte.
A continuación, otra pregunta del periodista se adentra sagazmente hacia el núcleo del análisis: “¿Se puede ser indiferente al diálogo-tácito o no-entre lo que cuenta la trama y la realidad, en momentos en que el enfrentamiento entre el Grupo Clarín, dueño del Canal trece y accionista de la casa productora de “El puntero”, y el gobierno es cada vez más explícito?”
El autor de la tira dice: “Muchos tildaron a “El puntero” de antipolítico…No soy ni el autor para hacer un programa de antipolítica, ni es lo que se busca”.
Más allá de la consideración que Mario Segade tenga de sí mismo, de su obra y de “lo que se busca”, el resultado del programa que se emite cada semana lo desmiente en los hechos. Además, aunque se esfuerce por negar lo evidente, con las líneas que siguen parece contradecir su propia negativa: “Hay una tensión entre el gobierno y el grupo Clarín, pero ni yo soy vocero del Grupo Clarín, ni me pagan para hacer un programa para destruir la política. Obviamente en mi intención de hacer un programa de TV, a mi me sirve que haya conflicto, que haya quilombo, que haya provocación”.
Desde mi subjetividad, advierto cierta hipocresía en las palabras de Segade. Un autor que ha sido capaz de escribir los textos de “Resistiré” y “Vulnerables” no puede atentar de esta manera contra la inteligencia de quienes vean su tira y lean el reportaje. Que él no lo quiera asumir, lo entiendo, pero está siendo vocero del Grupo Clarín en su intento de ensuciar “la política” y en especial a la militancia que de manera desinteresada se compromete con su entorno social.
Más adelante se tropieza, Segade, con su propia contradicción al decir: “Los punteros no pertenecen a ningún partido: los radicales tienen punteros, el PRO tiene punteros…Todos los partidos tienen punteros.”
Se olvidó de nombrar a los peronistas ¿será porque el personaje que compone Julio Chávez pretende serlo?
Con inteligencia el periodista reflexiona y dice: “Pero hacer una ficción cuya trama gira en torno a un puntero político “sucio” en un año electoral es, por lo menos, intencional”.
El entrevistado, luego de decir que el personaje “tiene mucho de argentino y de cómo hemos construido la actividad política. Esto creo que es indiscutible”. Aquí pone claramente de manifiesto desde dónde ha elaborado el esqueleto de su obra.
Por eso ha dicho “…ni soy vocero del grupo Clarín, ni me pagan para hacer un programa para destruir la política…”. Porque está en línea con el pensamiento del grupo Clarín, en tanto que quiere mostrar lo sucia que es la política. Desde este lugar está escribiendo.
Para completar su razonamiento, Segade, manifiesta: “Ahora, si alguno se apropia esa representatividad y lo siente como un ataque, lo invito a caminar por diferentes lugares para que vea que todavía hay prácticas políticas que tienen que ver con lo que sucede en la trama…”
Es verdad, Segade, como es verdad que hay algunos curas pedófilos, con el mismo criterio ¿harías una ficción en la que se leyera que TODOS los curas son pedófilos?
Ya que habló de invitaciones, yo lo invito a que vaya a cualquier villa de capital o del conurbano y vea el trabajo comunitario que hacen cientos de militantes, las madres del paco, los centros culturales, las revistas comunitarias, los talleres de radio, de cine, de escritura. Me viene a la mente por ejemplo Camilo Blajakis. Los chicos de “Garganta profunda” o “El diario de Luis” realizado por un pibe que no tiene 13 años.
Cuando uno escribe, lo hace desde un lugar. Desde el lugar que mira la realidad. Esa mirada es política e ideológica. Que puede coincidir con la mirada de la militancia comprometida, con la mirada de los que no comparten la militancia, o la mirada de quienes quieren estigmatizar la militancia.
Tu mirada, Segade, reitero, coincide con la mirada de quienes estigmatizan la política y la militancia, casualmente, igual que el grupo Clarín.
Lo que me motivó a escribir estas reflexiones, es el tufillo a mentira de algunos conceptos, con la intención de lavarse las manos que se le ensuciaron con “la política”.
Por ejemplo la siguiente afirmación: “…De todas maneras, el fin del programa no es hacer visible la práctica política real. Yo estoy más preocupado por las historias de amor y afecto entren los distintos personajes que por el andar político que le da marco a la historia”.
Cualquiera que haya visto alguno de los capítulos de la historia puede desmentir con sólidos argumentos esta afirmación.
Creo que uno debe hacerse cargo de lo que escribe, y de las consecuencias de lo que escribe. Habla muy mal de un artista que desmiente lo que su obra cuenta. Aún más allá de las propias intenciones del autor, la obra toma vida propia.
Algo que desde mi declarada subjetividad, sirve como broche de oro para desnudar las verdaderas intenciones que Segade insiste en negar, surgen de la respuesta que le da al periodista ante otra pertinente reflexión.
Periodista: Lo que pasa es que el ciclo presenta una mirada sesgada, negativa, sobre los militantes políticos, donde sólo se muestra la suciedad. No hay trabajadores sociales honestos en la trama…
Segade: ¿Pero por qué yo tengo que hacer otra cosa, contar otra historia? Hago el programa que puedo y quiero. A mi “El puntero” me gusta. Es la vida de un tipo que es un apasionado, que vive full time pensando en política, que resuelve cuestiones donde el Estado está ausente y que maneja cierto poder en una comunidad. Es un tipo que, por su rol, maneja su gente en función de su ideal político y de sus ambiciones...
Yo: Te cuento Segade, que el ideal político, no se ve. Sólo se ven alusiones a lo peor de los manejos políticos. No hay convicciones, ideales, ni necesidad de construir un presente y un futuro mejor. Sólo se ven coimas, y el moverse por “el chori y el vino” o “ser llevados a los actos”. No hay construcciones colectivas. Hay muchos jefes y pocos indios.
Un abrazo a Emanuel Respighi.
Daniel Mojica
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