EL MOVIMIENTO OBRERO, NO ES LA DIRIGENCIA SINDICAL
Hay, desde mi subjetiva visión de la realidad, un equívoco frecuente entre ciertos periodistas y comunicadores; cual es, mencionar de manera indistinta, como si fueran una misma entidad al “movimiento obrero” y “la dirigencia sindical”.
Creo que no es un error casual. Tal vez habría que referirse a épocas en que la dirigencia obrera representaba y defendía los intereses de la clase trabajadora. Como para que esa identificación o asimilación de una a la otra, no generara contradicciones, a veces insalvables.
Desde el momento en que esa dirigencia sindical, devino como “clase dirigente” poco más que atornillada al sillón del sindicato correspondiente, desde mi subjetividad digo, que ya no representan al “movimiento obrero” sino a sus propios intereses personales. No siempre coincidentes con los de los trabajadores. Más allá de paritarias más o menos beneficiosas.
Para corroborarlo bastaría con medir la evolución patrimonial de esos dirigentes, en, digamos los últimos 20 años y el de los trabajadores en general durante el mismo lapso.
Me parece que hoy no son muchos los dirigentes de gremios importantes, que cumplen con sus 8 horas diarias de trabajo en su empresa de origen, o aquellos que luego de cumplido su mandato vuelven a su trabajo.
Estoy seguro que cualquiera de quienes lean estas líneas podrán recordar de memoria más de cuatro dirigentes sindicales, que hace más de 20 años que ocupan un lugar destacado en su sindicato. Lo que no será tan fácil es recordar cuanto hace que esos mismos han vuelto a trabajar junto a los compañeros de la fábrica o del taller, luego de cumplido su mandato.
Viene a mi memoria un dirigente como Agustín Tosco, para el que no era incompatible su responsabilidad como dirigente, con su trabajo diario en la fábrica.
Toda esta elaboración teórica, viene a cuento de una frase que acabo de leer en una nota del diario “Tiempo Argentino” por la colega Ana Vainman donde escribe “...Cualquier hijo de vecino podría haber supuesto que el hecho de que esta nueva CGT-que se escindió de la que conduce Hugo Moyano- contara con la venia de la Casa Rosada para constituirse bastaría para restablecer lazos entre el movimiento obrero y el gobierno...”
Me siento en la obligación de afirmar, que el gobierno, en especial la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no necesita restablecer lazos con los trabajadores, porque estos lazos nunca se rompieron. Ya que la Presidenta tiene un diálogo fluido y constante con todos los trabajadores (formen parte del movimiento obrero organizado, o sea, con trabajo registrado o no, o estén desocupados todavía) y con el pueblo en general.
Me gustaría aclarar también, que denominar a la CGT que conduce Antonio Caló, como “oficialista” o “Balcarce” es asumir el discurso de Hugo Moyano, que, por otro lado, la periodista Ana Vainman tiene todo el derecho de asumir como propio.
Quiero dejar sentado, que yo hablo desde mi militancia por este proyecto nacional, popular y democrático, y desde este lugar he criticado las declaraciones ofensivas y desafiantes hacia la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por parte de Hugo Moyano. Quien durante casi nueve años ha apoyado este proyecto, llegando a colocar a Néstor y Cristina junto a Perón y Evita. Para en estos últimos meses pasar a ser un militante más del partido “Clarín”.
Me parece sumamente saludable y honesto dejar sentado desde qué lugar opina cada uno.
Porque no es lo mismo hablar de “la CGT que conduce Antonio Caló” que nombrar “la CGT oficialista” o “la CGT Balcarce”, de esta manera, es tomar partido sin explicitarlo.
Porque quienes escribimos, no elegimos los conceptos al azar.
Elegimos cuidadosamente las palabras que usamos, para que transmitan lo que queremos decir y no otra cosa.
Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica
Prensa y Comunicación Centro Cultural “La hora de los pueblos”
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