CULTURA Y PODER. CAMBIOS TRASCENDENTES
Suele suceder, cuando estamos inmersos en una etapa de cambio, no ser del todo concientes del mismo.
Es tarea de quienes sentimos necesidad de expresar lo que vemos desde nuestra subjetividad resaltar algunos hitos, que de manera contundente marcan una nueva perspectiva para el campo nacional y popular.
Desde que recuperamos la democracia, los gobiernos que se sucedieron desde 1983 hasta el 2003 consintieron manejarse dentro de una democracia condicionada por las corporaciones: mediáticas, eclesiásticas, patronales, económicas internacionales. Esto, en sí mismo es un dato cultural de sometimiento al poder que el sistema construyó desde nuestro nacimiento como nación.
Es que la construcción de poder va de la mano del armado cultural de la sociedad, con la consiguiente construcción de sentido. La orientación de la mirada con que el sistema de poder quiere que la sociedad “mire” la realidad.
Es así, que cuando los gobiernos son “tan republicanos” que aceptan moverse dentro del molde construido, el “consenso” maneja los resortes, con los que se cercenan los derechos de las mayorías.
Pero, son elogiados (los gobiernos “republicanos”) por los grandes medios, que además de ser los constructores del relato desde sus canales de difusión, ofician además como grupo de presión, por su ascendencia en la población, vía sus comunicadores ricos y famosos. También fungen como lobbistas de intereses propios y/o ajenos, nunca de las clases populares.
Esas corporaciones, son muy duchas en el arte de esgrimir y hacer sentir su poder. Por eso mismo muchos dirigentes, se subordinan republicanamente, para tener su lugar en las pantallas, micrófonos y páginas del los medios del sistema. También para recibir los beneficios otorgados por las otras corporaciones, aunque luego denuncien la corrupción de los otros. De los que no se subordinan. De los que escuchan los reclamos populares. De los que enfrentan a las corporaciones, construyendo poder desde el estado.
Es que el estado, es la herramienta que la democracia habilita al pueblo para manejar en su beneficio, mediante los gobiernos que elige, los resortes de poder que reflejen su propia cultura, y que defiendan sus intereses.
La realidad nos muestra un proyecto político, iniciado en mayo de 2003, que con sus más y sus menos no se subordinó al molde que quisieron imponerle las “republicanas” corporaciones. Ese proyecto encarnó en un gobierno democrático, que con las medidas que ha ido tomando desde entonces, poco a poco transformó la cultura “heredada” a partir de 1983 y que aceptaron los gobiernos anteriores.
Quiere decir, que desde Mayo de 2003 estamos inmersos en una lucha de poder y de reconstrucción cultural.
Es por eso que las corporaciones se desesperan. Es que sus privilegios y posiciones dominantes han dejado de ser la regla.
Hay un gobierno democrático decidido a ejercer el rol que el estado debe tener en una democracia.
Por eso, los dueños de dichas corporaciones tratan de encuadrar a los dirigentes “republicanos” en supuestas cenas secretas que dan a conocer como al descuido.
Todavía no se han dado cuenta que la sociedad ya no les cree.
Estamos revirtiendo ese antiguo prejuicio cultural que rezaba más o menos así “si no salió en
Son demasiados los hechos que ocurren en la realidad y que “esa” TV no quiere ver. Hay demasiadas buenas noticias para la mayoría que son ignoradas, tergiversadas y manipuladas por autodenominados “periodistas independientes” que aún no sé como harán para salir de ese pantano de sangre derramada en que se convirtió el monopolio Clarín.
Esos profesionales YA NO PUEDEN ALEGAR QUE NO SABIAN. Porque aunque no les permitan publicar la verdad en sus páginas o vocearlas en sus micrófonos o antes las cámaras, la verdad los trasciende.
¿Hasta cuando elegirán vivir en esa cruel fantasía que les imponen y aceptan?
¿Lo hacen por el dinero? ¿Lo hacen por temor?
Acaso estén convencidos.
Lo que nunca se podrá negar es que Papel Prensa le fue arrancado a sus dueños legítimos en la mesa de torturas y bajo amenaza de muerte.
Tampoco se puede negar que las adopciones de Ernestina Herrera fueron fraudulentas. Aún falta dilucidar si esos muchachos son hijos de desaparecidos.
El silencio que hacen sobre estos temas los “periodistas independientes” suena con una estridencia que sólo ellos parecen no escuchar.
Es que estamos recuperando nuestros valores culturales y vamos por la recuperación plena del poder para la democracia. A pesar de los republicanos defensores del sistema.
Daniel Mojica
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