DEMOCRACIA
La democracia no es sólo el derecho a elegir
autoridades cada dos o cuatro años. Es la herramienta que tiene la ciudadanía
para elegir en qué tipo de sociedad quiere vivir. Qué educación quiere para sus
hijos. Qué paradigmas culturales, políticos y sociales serán los que rijan la
construcción colectiva de su identidad.
Luego del quiebre institucional que provocó la
dictadura genocida con la trama de complicidades entre asesinos, torturadores,
ladrones de bebés, empresarios, periodistas,
medios de comunicación, dirigentes y funcionarios de toda laya que
fungieron como socios, encubridores y beneficiarios, la herida sigue abierta.
Seguirá así, mientras un solo nieto desconozca
su verdadera identidad. Mientras un solo genocida, socio o cómplice siga sin
condena. Mientras no se esclarezcan
todos y cada uno de los sucios negociados, de los que Papel Prensa es
una muestra de la impunidad de la que aún gozan esos nefastos personajes.
Democracia, que recuperada en 1983, contiene en
sus entrañas el huevo de la serpiente que la condicionará durante más de veinte
años. La trama vigente reciclada donde cobra vital importancia la pata judicial
en una connivencia descarada con los medios de comunicación que le dieron
cobertura ocultando las atrocidades cometidas. Acumulando convenientes archivos
inteligentes para utilizar cuando convenga. La extorsión a la democracia dio sus
perversos frutos.
Las consecuencias de la tremenda asociación
ilícita que pergeñaron desde los factores de poder se apoyan en la inoculación
sistemática de temor en la sociedad acompañada de operaciones mediáticas de
desinformación con denuncias que nunca se comprueban. Muchas de las mismas son
desmentidas por organismos e instituciones internacionales. Pero esas denuncias
sin pruebas siempre encuentran un juzgado amigo que les da cabida.
A esto debe sumarse la falta de coraje cívico
de una dirigencia opositora que se siente más cómoda apareciendo en los medios
de comunicación que ocultaron la matanza, las torturas y el robo de bebés, que
debatiendo en el Congreso Nacional las leyes necesarias para que la democracia
siga creciendo sin condicionamientos.
Tal vez esto sea producto de la falta de
convicciones o de endebles en su personalidad.
Porque cuando alguien tiene convicciones no le
preocupa apoyar a un adversario político, cuando la democracia se encuentra
amenazada, pensando en que dirán los medios al otro día.
Varios colegas han rescatado la actitud del
dirigente peronista Antonio Cafiero, cuando la banda de “caras pintadas” puso
en jaque a la democracia durante el gobierno del doctor Raúl Alfonsín. Ese
dirigente entendió que la víctima era la democracia, no el gobierno de un
adversario político.
Eso fue un acto de grandeza.
No alcanzan los dedos de ambas manos para
enumerar la cantidad de operaciones desestabilizadoras, cuando no abiertamente
golpistas, que soportó el actual gobierno. Motorizados por los grandes medios
de comunicación, apoyados por un sector del Poder Judicial. Salvo muy raras
excepciones, la dirigencia opositora se ha sumado grosera y cobardemente a esas
intentonas. Tratando de sacar provecho personal del ataque a la democracia.
Porque como bien lo entendió entonces el doctor
Cafiero cuando se ataca a un gobierno democrático se ataca a la democracia, y
las consecuencias siempre la paga el pueblo.
Es bueno saber en que juego están los
candidatos de la oposición para vislumbrar cuales son los intereses que los
mueven y a quienes se subordinan.
Daniel Mojica
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