31 AÑOS DE DEMOCRACIA
La democracia recuperada en 1983 acaba de
cumplir 31 años.
Esta afirmación si bien es cierta, puede
también servir para tranquilizar a quienes adscriben a conceptualizaciones
desde el “sentido común”. O desde las frases construidas para generar un
determinado tipo de sentido en ciertos sectores de la sociedad para quienes
alcanza con leer los títulos de los diarios o los zócalos televisivos para
“estar informados”.
Ahora ¿qué pasa si uno desea complejizar el
significado de Democracia: “Doctrina política favorable a la intervención del
pueblo en el gobierno”, “Predominio del pueblo en el gobierno de un estado”
(Diccionario de la Real Academia Española).
En esas definiciones surgen con nitidez dos
conceptos fuertes: Pueblo y Gobierno.
El pueblo participa políticamente “eligiendo”
un gobierno. En estos 31 años de democracia, desde 1983 se han elegido
integrantes de los diferentes poderes: al ejecutivo (presidentes, gobernadores,
intendentes), al legislativo (diputados, senadores, legisladores de CABA).
Dos de los tres poderes que forman parte del
gobierno nacional según la Constitución de la Nación Argentina son elegidos por
el pueblo en elecciones libres.
El tercer poder, el judicial, en su gran
mayoría forma parte de una línea política de continuidad que viene de la
dictadura genocida cívica, militar, eclesiástica, mediática ¿y judicial?
Un poder judicial que se declama independiente
de otros poderes (queriendo significar que tienen independencia del Poder
Ejecutivo y del Poder Judicial) pero no
así de las corporaciones. Ya que con varios de sus fallos favorecieron a esas
corporaciones económicas y mediáticas.
En lo que pareciera ser un mensaje a la sociedad de que las
corporaciones económicas no son “un factor de poder” dentro de la comunidad.
Desde estas afirmaciones se puede concluir que
los primeros veinte años de la democracia recuperada han sido condicionados por
el poder económico que instrumentó a las Fuerzas Armadas, contó con los
integrantes del Poder Judicial que juraron por las actas del proceso genocida y
con la complicidad de los medios de
comunicación que se transformaron en sostenedores, socios y cómplices de los
genocidas. Hechos y personajes que hubieron permanecido invisibilizados durante
todo ese período.
Tan condicionada ha sido la democracia durante
esos años que el único gobierno que concluyó sus dos mandatos constitucionales
fue el que se transformó en vocero y llevó a la práctica las políticas que
beneficiaron al poder corporativo empresario, mediático y judicial. Políticas
que estaban supeditadas a los intereses de la potencia hegemónica de entonces y
que mantiene aún colonizados a los organismos internacionales (ONU, OEA, FMI,
BM)
El condicionamiento de la democracia comenzó a
desmontarse desde el 25 de Mayo de 2003. Cuando las decisiones políticas y las
medidas económicas emanaban de las autoridades constitucionalmente elegidas.
Los últimos once años han sido de recuperación:
de derechos, de la política como instrumento de transformación social, de la
autoestima nacional, de la independencia económica, entre otras muchas medidas
en línea con la voluntad popular.
Estas medidas trajeron como una consecuencia
beneficiosa para el conjunto de la sociedad la visibilización de los personajes
que desde las sombras instrumentaron los condicionamientos con que
extorsionaron a la democracia recuperada. Esto no quiere decir que las
presiones y operaciones de desestabilización contra la democracia hayan
terminado. Sólo se hicieron más evidentes para grandes segmentos de la
sociedad. A tal punto quedaron en evidencia que hasta han salido a la luz
quienes desde el poder judicial siguen sirviendo a los intereses que quieren
volver a someter a la democracia.
Basta con mencionar un par de medidas dictadas
por determinados integrantes del Poder Judicial: 1) frenar con una cautelar por cuatro años (un
mandato presidencial) la plena aplicación de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual.
2) ¿Cuánto tiempo hace que está frenada la
causa “Papel Prensa”? en los laberintos de un poder que tiene mucho de
obstaculizar y poco de justicia cuando los que son objeto de investigación son
grupos afines a aquella línea ideológica mencionada más arriba.
Son muchos más los ejemplos que evidencian la
connivencia de los sectores que no toleran una democracia que no se les
subordine.
Con los medios de comunicación afines siguen
adelante en la construcción de sentido. Un sentido que responde a intereses
ajenos a los de la mayoría.
El que viene es un año electoral donde se
elegirá seguir en una democracia libre de condicionamientos corporativos o
volver a que las decisiones se tomen en las oficinas de las corporaciones que
no tienen entre sus objetivos el bienestar y la felicidad del pueblo.
Porque falta mucho todavía para que la justicia
social sea una realidad efectiva.
Daniel Mojica
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