INSEGURIDAD INFORMATIVA
Cuando hablamos de la batalla cultural entre el proyecto nacional y las corporaciones ¿a qué hacemos referencia?
A la disputa de poder que se da en lo político, y a la disputa de sentido, que pertenece a lo cultural.
Es la controversia por cada palabra. Cada hecho y su interpretación. Cada silencio. Cada omisión. Cada grito. Cada imagen. Cada gesto.
Aunque Nietzche haya escrito que no hay hechos, sino interpretaciones; desde el advenimiento de los medios audiovisuales, hay hechos y hay interpretaciones. Hasta hay interpretaciones de hechos no acaecidos. Basta con mirar cierto show nocturno de los domingos. O leer ciertos diarios. O escuchar ciertas radios. En esos sitios, interpretan, para ahorrarle el trabajo a su cautiva audiencia.
Hasta hay escribas de cínica pluma, que como camaleones mediáticos, siembran confusión. Aprovechando un pluralismo no correspondido. Porque hay medios afines al proyecto nacional que dan espacio a periodistas, que a su vez trabajan para las corporaciones que lo atacan.
Este no es un problema de tener diferentes visiones, miradas o ideas. Que en democracia es lo esperable, lo normal y lo que ayuda a enriquecer la tarea de gobierno.
De lo que se trata es de generar climas que entorpezcan el desarrollo de leyes y medidas que al ir en beneficio de las mayorías, perjudican intereses minoritarios. Pero poderosos.
En defensa de esos intereses y privilegios se han producido las peores matanzas de nuestra historia. Se han enajenado emblemáticas empresas que supieron brindar un servicio social, que todo estado debe garantizar.
Hay ciertos personeros que han sacado provecho del hambre, la miseria, la tortura y la muerte de argentinos que lucharon por un futuro mejor. Entre esos mercaderes de la desgracia popular hay empresarios, propietarios de grandes medios, dirigentes políticos y sindicales, funcionarios judiciales, analistas económicos, periodistas.
Periodistas que traicionando un compromiso no escrito de brindar información veraz, en tiempo y forma, respetando y chequeando a sus fuentes, se dedican a sembrar incertidumbre. A crear climas de descontento. Incitando desde sus diversos canales de difusión a generar odios y resentimientos.
No pueden ignorar, aunque lo pretendan, que están atacando a esta democracia.
Esta democracia, que aún con errores y con cuentas pendientes, jamás ha tomado una sola medida en contra del interés de las grandes mayorías.
Esta democracia que no se ha dejado extorsionar por el terrorismo informativo al que ha sido sometida desde el año 2008.
Así como desde el 2003 se ha recuperado la política, el rol del estado y los derechos sociales entregados en la década del 90, ahora debemos ir por todo lo que falta. Entre lo que se encuentra un periodismo para el que la información sea de una vez por todas, un derecho humano más. No una mera mercancía que se pone a disposición del mejor postor, aún cuando la víctima sea la misma democracia.
Daniel Mojica
www.cuestioncultural.blogspot.com.ar
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