DEMOCRACIA, PARTICIPACION Y CONCIENCIA POPULAR
Estamos protagonizando tiempos de cambios, en nuestra
bendita Patria.
Desde que recuperamos la democracia, estábamos
acostumbrados a vivir bajo las condiciones implícitas y explícitas que
impusieron los genocidas que debieron dejar el gobierno, y sus socios y
beneficiarios que siguen, aún, con grandes porciones de poder. Desde 1983 hemos
vivido bajo el paradigma del “no se puede”. No se puede cambiar nada de la
estructura social, económica y política que “nos dejaron”.
La tarea de los sucesivos gobiernos democráticos ha
sido “administrar” lo que las corporaciones y detentadores del poder real de la República, les hubo
permitido.
Esta temerosa democracia, es la que desarticulamos
desde Mayo de 2003.
De la mano de un presidente que tuvo la valentía de no
dejar sus convicciones en la puerta de la casa de gobierno.
Poco a poco, como sociedad, hemos ido acompañando a
este militante que llegó a la
Presidencia y no dejó de ser militante.
Néstor Kirchner, desde su propia praxis política, nos
fue demostrando que “se puede”. Pero para poder hay que tener decisión
política.
La decisión política de enfrentar al “poder
concentrado” que desde 1983 condicionó a todos y cada uno de los gobiernos
elegidos.
Creo que podemos convenir que, tal vez en los últimos
60 años, no había surgido un político que en su acción, fuera fiel a sus
palabras. A sus convicciones, en definitiva.
Esta simple, y a la vez contundente condición, la
coherencia entre discurso y acción, es, a mi modesto entender, el núcleo de la
recuperación de “la política” como herramienta de transformación de la
realidad.
Por esto mismo, no es casual, el acercamiento de las
nuevas generaciones hacia la política, la militancia, y el compromiso.
Porque “la política” no es esa suerte de
“camaleonismo” que hemos visto en la decadente dirigencia que aún pervive en
los pliegues del entramado social.
Desde los medios hegemónicos, los comunicadores y
periodistas consustanciados con los valores del sistema condicionador de la
democracia, pretendieron, y lo consiguieron durante 20 años, hacernos creer,
que la política es algo sucio. Por eso los economistas (del sistema) deben
manejar los resortes del país, el estado debe ser mínimo y tonto, y el
“mercado” ser el gran regulador de la vida democrática.
Ese paradigma, estalló en el 2001/2002.
Hoy, hay nostálgicos de aquellos negociados que
empobrecían a las mayorías y sumaban ganancias a los poderosos.
Todavía, manejan resortes de poder. Desde las
corporaciones mediáticas, patronales, policiales, judiciales, eclesiásticas,
sindicales, políticas.
Por eso es tan importante “la institucionalización
desde las conciencias” de cada uno de los logros obtenidos desde Mayo de 2003.
¿Por qué desde las conciencias y no sólo desde las
leyes?
Pues, porque las leyes pueden no cumplirse, derogarse,
ignorarse, entorpecerse con cautelares y otras argucias judiciales o leguleyas.
Pero la conciencia popular es la que no permite ni
olvido, ni perdón.
La conciencia popular es la que generó la resistencia
que batalló durante años por el regreso de su líder derrocado.
La conciencia popular es la que guardó en sus
corazones el peronismo y sus avances sociales.
La conciencia popular es la que ha impedido, de la
mano de nuestras Madres y Abuelas, que la impunidad, la desmemoria y el
silencio ante el genocidio y el robo de bebés, reinara en nuestra Patria.
Esta conciencia popular, es la que no va a permitir
que aquellos nostálgicos dirigentes, funcionarios judiciales, comunicadores y
periodistas asociados y/o pagados por el Cártel Clarín y sus accionistas
manchados con la sangre de nuestros treinta mil hermanos, avasallen las
medidas, logros y derechos recuperados desde Mayo de 2003.
Derechos laborales, paritarias, consejo del salario,
matrimonio igualitario, recuperación de los fondos de la ANSES, Aerolíneas
Argentinas, Estatuto del peón, Asignación por hijo, presupuesto en educación,
defensa del empleo, jubilaciones dignas, juicios a los genocidas y sus socios
civiles, el papel de diario como insumo de interés público, la ley de medios de
la democracia, etc.
Pero, además de la conciencia ciudadana y popular,
tenemos que tener también leyes para que nos amparen.
Desde esta humilde columna solicito a los legisladores
que no han dejado de ser militantes, y que tienen el legado de Néstor Kirchner entre sus valores, que le den
la forma de ley que corresponda, a la siguiente iniciativa:
Para todos aquellos ciudadanos que aspiren a ser
elegidos para las distintas funciones que la democracia tiene previsto para
representar a la sociedad desde cualquiera de las instituciones, colocar una
cláusula (o el nombre técnico que corresponda) de revocación del mandato cuando
quien fuera elegido no cumpla con aquello que haya prometido en su campaña, o
vaya en contra de la plataforma del partido, frente o coalición por la que
fuera votado, o cuando decida cambiarse de partido, frente o coalición a la que
votó la ciudadanía. Porque el cargo para el que ha sido elegido, es del
partido, frente o coalición que lo ha postulado, pero los votos son del pueblo
que ejerce su derecho y su deber.
Entonces, no queremos más ver burlado nuestro voto,
cuando no se cumple el compromiso por el cual damos el voto, o cuando esa
persona que elegimos por el “Partido A” se cambia al “Partido B”, o cuando elegimos
a alguien que debe representar al oficialismo y se pasa a la oposición o
viceversa.
Creo, que de a poco, tenemos que ir avanzando hacia
una democracia más participativa que representativa.
La
Presidenta, el gobierno y sus funcionarios tienen la enorme
responsabilidad de dirigir los destinos de la Nación, porque para eso los hemos
elegido. Pero también es nuestra responsabilidad como militantes, sostener,
apoyar y aportar para que el proyecto nacional, popular y democrático, se
profundice y consolide más allá del mandato recién iniciado por la compañera
Cristina Fernández de Kirchner.
Daniel Mojica
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