CUESTION DE LIMITES. GEOGRAFICOS. POLITICOS. ETICOS
Desde la formación de las Naciones-Estados, cada una
se ha dado su propia forma de organización, institucionalización y gobierno. De
acuerdo a su historia, idiosincrasia, valores etc.
Estas diferentes formas de organización interna de
cada sociedad, de acuerdo a sus propios intereses como comunidad, y basadas en
el respeto mutuo acerca del resto de las naciones del planeta, deberían
garantizar la paz y la convivencia internacional
Deberían.
Sucede que hay émulos de esos célebres personajes de
dibujos animados, vaya a saber inspirados en quién ¿no? Cuyo nombre era “Pinky y Cerebro” y su misión “dominar el
mundo”.
No es el propósito de estas líneas, revisar la
historia de la humanidad, basta sólo recordar esa misma pretendida ambición, la
de “dominar el mundo”, en el imperio romano. También en la Alemania de Adolf Hitler,
flotaba el mismo anhelo, en los líderes mesiánicos de entonces.
Decía, que no es mi intención revisar la historia de
la humanidad, acerca de ese ansia de “dominar el mundo”.
Simplemente voy a detenerme en la ambición, en ese
preciso sentido, de quien se arroga para sí, ser América.
Es el nuevo “Cerebro” que con sus múltiples aliados
(por acción u omisión) “Pinkys” tienen como meta “dominar el mundo”.
Para cumplir semejante objetivo, han desarrollado una
especie de híper sensibilidad sobre aquello que afecta “su seguridad nacional”.
Ese “aquello” puede estar a miles de kilómetros de
distancia de sus tierras y de su gente, pero basta que el “elegido” de turno
mencione las mágicas palabras “seguridad nacional”, para que salgan presurosos
miles de profesionales de la muerte, precisamente, para sembrarla, allá donde
les sea conveniente a su ansia de poder y exterminio.
Así es como desde hace más de 60 años tienen
diseminadas numerosas bases militares a lo largo del planeta. Hoy buscan
incrementar esa presencia.
Entonces, desde esa mesiánica posición, comandan los
organismos internacionales que fueron creados para velar por la paz y la
convivencia internacional (léase ONU, FMI, OEA, OCDE, UNESCO) y los que han
sido fundados a lo largo de las siguientes décadas, para un mismo fin.
Un párrafo aparte merecen, los gobernantes de las
diferentes naciones, que integrando esas mismas organizaciones, miran para otro
lado, o simplemente acompañan cada una de las aventuras de ese país. Que si
fuera gobernado por cualquiera de los presidentes de la UNASUR , o del Golfo
Pérsico,ya habría sido invadido, sus líderes asesinados y su pueblo masacrado.
Por eso es bienvenida, para el planeta, la creación de
la CELAC. Porque ,
aún integrada por líderes de naciones con pensamientos diversos, se han
planteado una serie de metas regionales, de integración, desarrollo y
crecimiento. Desde lo cultural, político, económico, seguridad y social.
Esta creación, tiene como objetivo preservar las
reservas naturales de las naciones que la integran, de la voracidad, y ambición
destructiva de esa potencia. Decadente, pero con una apreciable capacidad para
arrasar con la vida del planeta.
Esta decadente potencia de impotentes, se han tomado
la atribución, a nivel planetario (sin que se lo cuestionen los líderes de
Europa) de que ningún país que ellos consideren “peligroso” para su mentada
“seguridad nacional” pueda utilizar para el desarrollo propio de la sociedad en
que vive, la energía nuclear, o cualquier otra tecnología o material. Bajo la
amenaza de ser declarado “enemigo público” (aún cuando las agencias
internacionales creadas para velar por el desarrollo de esas mismas tecnologías,
acepten que no hay peligro alguno) ante la impasible mirada del resto de los
¿líderes?
O sea que pueden entrometerse en los asuntos internos
de terceros países, violar la autodeterminación de los pueblos, y cuanta
resolución haya sido firmada por los organismos que ellos fundaron. Como el
caso del Reino Unido acerca de las numerosas resoluciones de la ONU para que se siente a
negociar la soberanía de las Islas Malvinas, circunstancias que ignoran
autoritariamente.
O llegado el caso usar el poder destructivo, de las
tecnologías que ellos sí desarrollaron para someter a los otros.
Este es el mundo heredado del siglo XX.
Que aún no ha sabido resolver las graves consecuencias
provocadas por sus viejas mentiras económicas. Aplicadas como recetas
infalibles hasta no hace mucho.
Este es el mundo que estamos cambiando, de manera
lenta, en el siglo XXI desde esta América del Sur. Precisamente por no aplicar
esas recetas que eran un crimen encubierto, de los pueblos que aceptaron
aplicarlas.
Daniel Mojica
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