lunes, enero 09, 2012

ESE AFAN DE DOMINAR EL MUNDO


CUESTION DE LIMITES. GEOGRAFICOS. POLITICOS. ETICOS

Desde la formación de las Naciones-Estados, cada una se ha dado su propia forma de organización, institucionalización y gobierno. De acuerdo a su historia, idiosincrasia, valores etc.
Estas diferentes formas de organización interna de cada sociedad, de acuerdo a sus propios intereses como comunidad, y basadas en el respeto mutuo acerca del resto de las naciones del planeta, deberían garantizar la paz y la convivencia internacional
Deberían.
Sucede que hay émulos de esos célebres personajes de dibujos animados, vaya a saber inspirados en quién ¿no? Cuyo nombre era  “Pinky y Cerebro” y su misión “dominar el mundo”. 
No es el propósito de estas líneas, revisar la historia de la humanidad, basta sólo recordar esa misma pretendida ambición, la de “dominar el mundo”, en el imperio romano. También en la Alemania de Adolf Hitler, flotaba el mismo anhelo, en los líderes mesiánicos de entonces.
Decía, que no es mi intención revisar la historia de la humanidad, acerca de ese ansia de “dominar el mundo”.
Simplemente voy a detenerme en la ambición, en ese preciso sentido, de quien se arroga para sí, ser América.
Es el nuevo “Cerebro” que con sus múltiples aliados (por acción u omisión) “Pinkys” tienen como meta “dominar el mundo”.
Para cumplir semejante objetivo, han desarrollado una especie de híper sensibilidad sobre aquello que afecta “su seguridad nacional”.
Ese “aquello” puede estar a miles de kilómetros de distancia de sus tierras y de su gente, pero basta que el “elegido” de turno mencione las mágicas palabras “seguridad nacional”, para que salgan presurosos miles de profesionales de la muerte, precisamente, para sembrarla, allá donde les sea conveniente a su ansia de poder y exterminio.
Así es como desde hace más de 60 años tienen diseminadas numerosas bases militares a lo largo del planeta. Hoy buscan incrementar esa presencia.
Entonces, desde esa mesiánica posición, comandan los organismos internacionales que fueron creados para velar por la paz y la convivencia internacional (léase ONU, FMI, OEA, OCDE, UNESCO) y los que han sido fundados a lo largo de las siguientes décadas, para un mismo fin.



Un párrafo aparte merecen, los gobernantes de las diferentes naciones, que integrando esas mismas organizaciones, miran para otro lado, o simplemente acompañan cada una de las aventuras de ese país. Que si fuera gobernado por cualquiera de los presidentes de la UNASUR, o del Golfo Pérsico,ya habría sido invadido, sus líderes asesinados y su pueblo masacrado.
Por eso es bienvenida, para el planeta, la creación de la CELAC. Porque, aún integrada por líderes de naciones con pensamientos diversos, se han planteado una serie de metas regionales, de integración, desarrollo y crecimiento. Desde lo cultural, político, económico, seguridad y social.
Esta creación, tiene como objetivo preservar las reservas naturales de las naciones que la integran, de la voracidad, y ambición destructiva de esa potencia. Decadente, pero con una apreciable capacidad para arrasar con la vida del planeta.
Esta decadente potencia de impotentes, se han tomado la atribución, a nivel planetario (sin que se lo cuestionen los líderes de Europa) de que ningún país que ellos consideren “peligroso” para su mentada “seguridad nacional” pueda utilizar para el desarrollo propio de la sociedad en que vive, la energía nuclear, o cualquier otra tecnología o material. Bajo la amenaza de ser declarado “enemigo público” (aún cuando las agencias internacionales creadas para velar por el desarrollo de esas mismas tecnologías, acepten que no hay peligro alguno) ante la impasible mirada del resto de los ¿líderes?
O sea que pueden entrometerse en los asuntos internos de terceros países, violar la autodeterminación de los pueblos, y cuanta resolución haya sido firmada por los organismos que ellos fundaron. Como el caso del Reino Unido acerca de las numerosas resoluciones de la ONU para que se siente a negociar la soberanía de las Islas Malvinas, circunstancias que ignoran autoritariamente.
O llegado el caso usar el poder destructivo, de las tecnologías que ellos sí desarrollaron para someter a los otros.
Este es el mundo heredado del siglo XX.
Que aún no ha sabido resolver las graves consecuencias provocadas por sus viejas mentiras económicas. Aplicadas como recetas infalibles hasta no hace mucho.
Este es el mundo que estamos cambiando, de manera lenta, en el siglo XXI desde esta América del Sur. Precisamente por no aplicar esas recetas que eran un crimen encubierto, de los pueblos que aceptaron aplicarlas.

Daniel Mojica








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