Compañeras, compañeros. Querida militancia:
En este 9 de julio, quiero hacerles llegar mi saludo y también algunas reflexiones. Sé que están realizando muchos actos en todo el país.
Cuando asumí en el 2003, el país estaba en llamas. En el infierno. Viviendo lo que había quedado de la Argentina de las privatizaciones y la destrucción del aparato productivo. Infierno que resultaba un paraíso para la oligarquía y las corporaciones económicas criollas y extranjeras que en medio de la crisis amasaban colosales riquezas en su exclusivo beneficio. Eran los años del Estado mínimo, ausente, totalmente al servicio de los más poderosos.
Aquel fin de siglo que había estallado en el 2001 materializaba, una vez más en nuestra historia, la hegemonía de los intereses contrarios a la Patria y al pueblo. En la larga lucha entre esas dos Argentinas que expresan intereses y proyectos tan opuestos, los ’90 fueron años en que enormes sectores de la sociedad se quedaron lisa y llanamente sin trabajo, sin educación, sin salud, sin sus tierras, y muchos sin siquiera el pan para sus hijos. Millones de personas fueron expulsadas de la sociedad, privadas de su condición de ciudadanos.
Hoy la realidad está cambiando. Sabemos que muchos todavía no encuentran trabajo. Y muchos son los conflictos sociales, económicos y políticos que persisten, que hablan de otros tantos derechos sin satisfacer. En la lucha entre los dos proyectos de Nación (“entre las dos rutas de mayo”), todavía no hemos completado la batalla, aún no hemos resuelto la definitiva independencia. Pero es indudable que estamos avanzando en la dirección correcta, en el camino que nos enseñaron nuestros próceres.
En 1816, nuestros primeros patriotas firmaron un Acta de la Independencia que terminó con la colonia española. San Martín, Belgrano, Castelli y otros, encabezaron la organización de nuestros primeros ejércitos. Junto a los pueblos del Río de la Plata lucharon para liberarnos y formar nuestros propios gobiernos. Pero esa obra no está terminada, se haya inconclusa.
El General Perón llegó a firmar un Acta de la Independencia Económica, habiendo hecho grande la Patria, desarrollado la economía y satisfaciendo derechos y necesidades a nuestro pueblo trabajador. Pero los grandes grupos concentrados y algunas potencias extranjeras controlaron a los gobiernos o estimularon los golpes de Estado para frenar toda política que tendiera hacia una verdadera y durable independencia. En definitiva, estamos buscando todavía la soberanía económica y hacia ese lugar vamos.
En todo lo largo de nuestra historia como nación, salvo breves perìodos o situaciones excepcionales en que se dio prioridad a los intereses nacionales y populares, el modelo de acumulación estuvo signado, en lo principal, por su “tributo” a la oligarquía, a los grupos concentrados y a las casas matrices de las multinacionales. El grueso de los beneficios, en lugar de ser reinvertidos en la producción nacional, fue trasladado al extranjero en concepto de “royaltys”, intereses, libres transferencias de ganancias, o simplemente como fuga de capitales.
Por eso el 9 de julio es una oportunidad para proponernos ser más decididos en la lucha de hoy. Tenemos que seguir distribuyendo las riquezas. Aunque a algunos no les guste, estamos convencidos de que quienes más tienen deben aportar a que nuestro pueblo trabajador tenga el otro cincuenta por ciento de lo que se produce en el País (50 y 50).
Necesitamos muchos predicadores. Los convoco a reiterar los tres deseos de la Presidenta en su brindis del pasado 25 de mayo: “Por la Patria, por el pueblo y por la lealtad a la Patria y al pueblo”.
Los convoco a prometer, junto a la Presidenta, tal como ella lo hizo el reciente 20 de junio, día de la bandera nacional: “a seguir marchando, porque falta construir más bienestar, más educación, más salud, y tengan la certeza que jamás voy a traicionar la defensa irrestricta de los intereses del pueblo y la nación”.
Néstor Kirchner
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/// Mensaje del Grupo "Red Militante en el Proyecto Nacional" ///
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