ACERCA DEL SILENCIO
Una emblemática consigna lanzada durante la
genocida dictadura cívica, militar y mediática, rezaba “El silencio es salud”.
Tal vez una solapada manera de decir “el que protesta muere” a una sociedad
convertida en coto de caza de asesinos, violadores, torturadores, ladrones de
bebés y criminales de toda laya.
Sociedad que no contó con el auxilio de un
Poder Judicial atento a las sistemáticas violaciones a las leyes nacionales e
internacionales, que además ignoraba los habeas corpus presentados por
familiares que denunciaban los hechos.
Tampoco la ciudadanía tuvo de su lado a los
medios de comunicación para que se hicieran eco de las denuncias sobre
desapariciones y otras violaciones a los derechos humanos. Salvo contadas
excepciones.
Esa trama de connivencia entre represores,
sectores del poder judicial y medios de comunicación que devinieron hegemónicos
ha persistido luego de la recuperación de la democracia en 1983. Se ha
consolidado en su impunidad constituyéndose en el sistema de poder que condicionó
y extorsionó a la democracia durante los primeros veinte años de su
recuperación.
En la actualidad el pueblo se dio un gobierno
que en sus doce años de ejercicio no cedió a las extorsiones y recuperó parte
del poder sustraído al Estado.
El sistema construido sobre treinta mil
militantes políticos desaparecidos y más de 400 de sus hijos cuya identidad fue
robada, falseada y ocultada en alianza con factores externos que promovieron y
apoyaron a la pasada dictadura genocida, no tolera la independencia de un
gobierno democrático que responde sólo al interés nacional y la voluntad
popular expresada en el voto.
Gobierno que no se somete a intereses ajenos en
el ajedrez de la geopolítica internacional.
Esa valentía institucional tiene sus costos ante
una política que se rige con códigos mafiosos. Entre esos costos se encuentran
la cantidad de operaciones de desestabilización económicas, financieras y
políticas. Cuyo fin es sacar de la
escena cuanto antes al gobierno democrático con mayor apoyo popular y
legitimidad de que se tenga memoria.
Como en la zaga de “Don Corleone” cuando los otros métodos fallan la muerte
hace su entrada.
Sobre ella y alrededor de ella el sistema de
poder buscará cumplir su cometido golpista. Entonces, uno de los antiguos
socios de la trama conspirativa remedando, quizás con nostalgia. la vieja
consigna de los genocidas, convoca a una “Marcha de silencio”.
La dirigencia opositora que se sumó como
corifeo a cada movida desestabilizadora ¿se plegará a este nuevo intento golpista
disfrazado de repudio a una muerte que es funcional a la conspiración?
¿Dará ese paso crucial de militancia
antidemocrática?
El pueblo ya no tolera este tipo de atentado a
su soberanía.
Tal vez sea hora de salir a la calle en defensa
del gobierno que elegimos.
Daniel Mojica
Excelente post. Gracias.
ResponderBorrarHace ya rato que es momento de salir a la calle. El golpe está en marcha. Debemos pararlo. Que esta vez no nos venzan.