OPORTUNIDADES
La realidad sigue mostrando signos de que el camino elegido
por la Argentina desde el 25 de Mayo de 2003 es el correcto: hacia la
liberación nacional.
Lo que no es lo mismo que creer que será fácil o sin
contratiempos.
El proyecto nacional de país iniciado en aquella fecha con
su impronta realista, que en muchos aspectos puede leerse como revolucionaria
(aunque no en los términos de la izquierda extraviada que sigue la estrategia
de la sociedad rural, el diario “La Nación” y de la corporación “Clarín”) ha logrado sacar a la luz a los poderes en la
sombra. Los que han prohijado cada golpe en contra de los gobiernos elegidos
por el pueblo y han sido propiciadores, socios y cómplices de la dictadura
genocida.
Con esa coherencia que pone en línea la política interna con
la política exterior en cuanto a la defensa de los intereses nacionales y
populares, ha logrado ahora, con el reciente fallo de la corte suprema de EE.
UU., sacar a la luz del día al verdadero poder que rige a nivel global. El que decide
invadir países y sembrar de guerras intestinas a diversas naciones del planeta. Ahora se conocen las caras y los
nombres de quienes alientan el terrorismo financiero internacional que atenta
contra los propios Estados Nacionales, aunque ya no desde el anonimato.
Estos últimos acontecimientos han mostrado los límites del
sistema global de poder, en el que al modo de las películas que vienen del
norte “juegan al policía malo y al policía bueno” en este caso esos papeles los
representan el gobierno y la corte suprema de aquel país.
En el contexto descripto los “fondos buitres” fungen como un
suprapoder por encima del Fondo Monetario Internacional, y de los organismos
internacionales creados a los efectos de superar las crisis en las relaciones
entre naciones soberanas. Hecho que marca la obsolescencia de dichos organismos
al mostrarse impotentes de poner limites a esos grupos de especuladores y
extorsionadores mundiales.
Estas circunstancias, más allá de la zozobra en que sume a
la mayoría de los habitantes de la República Argentina y de muchos de los
países del mundo que han apoyado la postura nacional, son también una
oportunidad.
Oportunidad para que las naciones soberanas tomen nota de
los reiterados pedidos realizados por la Presidenta Cristina Fernández de
Kirchner en los diferentes foros internacionales, pero sobre todo en el
reciente del G77 más China, de acabar con el unilateralismo, para que el mundo
sea un lugar en el que todos puedan vivir
bien, para lo cual es urgente y necesario cambiar las reglas de juego
instauradas luego de la segunda guerra.
También es una excelente oportunidad para plantear la
urgencia de modificar el andamiaje jurídico nacional, léase Constitución
Nacional, para que se adapte a los tiempos que corren. Más aún teniendo en
cuenta el silencio de parte del sistema judicial argentino (hasta el momento de
escribir la presente) ante este fallo que vulnera la soberanía nacional. Aunque
este silencio tal vez no sea una sorpresa ¿no es el mismo silencio que cuando
se resignó la soberanía jurisdiccional de la justicia nacional que permitió la
enajenación del patrimonio nacional, del cual este fallo colonialista, es
consecuencia? ¿acaso no es el mismo silencio que cuando un gobierno de facto
por medio de un decreto ley borró de un plumazo la Constitución Nacional de
1949 y los derechos consagrados en ella, pretendiendo suplirlo con un desabrido
artículo 14 bis? ¿Dónde estaba el Poder Judicial entonces? ¿Y ahora?
Es hora de desarticular el andamiaje jurídico, político y
cultural de todos los condicionamientos legales que conducen a la dependencia,
creando a su vez mecanismos de participación popular que no respondan a
burocratismos ni protocolos paralizantes.
En este momento en que algunos dirigentes de los partidos
opositores han recuperado (quien sabe por cuanto tiempo) algo de su memoria
histórica y comprendieron que defender al Estado Nacional no implica defender
un gobierno, ahora que parecen haberse despegado del discurso que sintoniza con
el colonialismo que quiere someter a la República Argentina y hacerla
retroceder a épocas donde el Estado no existía, o si existía se subordinaba al
imperialismo de turno. Es el momento preciso para plasmar en los hechos un acto
de madurez soberana y convocar a una reforma de la Constitución Nacional para
quitar las rémoras colonialistas y sentar las bases del futuro para las
generaciones que ya están construyendo la Patria del siglo XXI.
Daniel Mojica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tu opinión. A la brevedad te hago llegar mi respuesta.