MENSAJES
Estamos protagonizando un cambio de época. No sólo por los
cambios que están produciendo los pueblos de nuestra América del Sur de la mano
de los gobiernos que han elegido. O mejor dicho, por esos mismos cambios. Que
tal vez como nunca antes de manera tan transparente se entrelazan acompañando o
proponiendo los paradigmas de estos nuevos tiempos, cuya expresión más
significativa quizás sea la inclusión de los sectores sociales más postergados
y estigmatizados por las nefastas políticas del neoliberalismo. Aunque no es un
logro menor que hayan sacado a la luz con nombre y apellido a los
representantes de carne y hueso de esas políticas espoliadoras que necesitaron
históricamente de la represión para someter a los pueblos. Esos que han sido
puestos en el escenario de la política que hubieron manejado desde las sombras,
en muchos casos son empresarios cuyas empresas se han beneficiado con cada
gobierno de facto que ellos mismos convocaban. La máxima expresión de semejante
criminalidad encubierta ha sido la dictadura genocida cívica, militar y
mediática, que necesitó asesinar a treinta mil militantes sociales para
mostrarle a la sociedad lo que están dispuestos a hacer para defender sus
privilegios. Su proyecto de país para unos pocos. O sea para ellos mismos.
Hoy esos mismos sectores están al acecho a lo largo de esta
América. Se valen de las empresas periodísticas que forman parte de las
corporaciones que se consolidaron durante los años de sometimiento neoliberal
en el continente. También de muchos dirigentes políticos, periodistas y
comunicadores varios.
En un tiempo donde la información es conocida
internacionalmente casi al momento de ser producido el hecho que la genera. En
un tiempo donde los mensajes no son solamente expresados en palabras, sino fundamentalmente
por imágenes y actitudes, los discursos para ser creíbles deben ser acompañados
por los hechos. Porque un país no se transforma con las palabras de un
dirigente si esas palabras no son refrendadas por sus hechos en consecuencia
con esas palabras. Un país no se transforma con buenas intenciones o con
sonrisas para las cámaras. Aunque muchos candidatos crean que es así. También
muchos dirigentes piensan que dialogar en cualquier circunstancia y con
cualquier interlocutor es ser democrático.
El titular del Banco Provincia, Gustavo Marangoni expresó
“…si después de treinta años de democracia no podemos conversar los que
pensamos diferente, debiéramos reflexionar seriamente”. Estas palabras las dijo
para justificar la presencia del gobernador Daniel Scioli en el seminario
convocado por Héctor Magneto llamado “Democracia y desarrollo”. Los medios
difundieron que el mencionado encuentro fue convocado por el diario “Clarín”.
¿Habrá una persona medianamente informada que crea que un
evento auspiciado por “Clarín” no sea por expresa directiva de su máximo
dirigente?
Esa convocatoria buscaba dar un mensaje a la sociedad. Era
una demostración de poder por la envergadura de los personajes invitados, entre
los cuales había tres candidatos presidenciales.
La presencia del titular del ejecutivo de la provincia de
Buenos Aires en ese lugar también es un mensaje que hay que tener en cuenta.
Volviendo a las palabras del directivo del banco Provincia
habría que recordarle que no se trata de dialogar con los que piensan
diferente, se trata de haber convalidado con esa presencia a quienes se
quedaron con Papel Prensa torturando a sus dueños uno de los cuales murió a
causa de esas torturas.
Una pregunta que surge de manera natural ¿en qué beneficia a
la democracia avalar a los conspiradores? Basta recorrer la lista de invitados
para encontrar a varios ansiosos de destituir al actual gobierno.
¿Cuál es entonces el mensaje de Daniel Scioli?
¿Está proponiendo un nuevo paradigma cultural?
El ministro de Trabajo de la gobernación bonaerense quiso
tranquilizar declarando: “No se pongan nerviosos, Scioli está en una instancia
superadora”.
¿Superadora de qué?, ¿del kirchnerismo?, ¿de la democracia?,
¿de la complicidad con los genocidas?
Si la presencia del gobernador en el cónclave pudo generar
sospechas ¿esas declaraciones borran esas sospechas?
Para pensarlo seriamente.
Daniel Mojica
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