LA UNASUR Y UN NUEVO DISEÑO DE LAS
RELACIONES INTERNACIONALES
El cambio de época que estamos
protagonizando en nuestra América, ya trasciende el continente. Una clara
demostración de esto es la preocupación que despierta en quienes han manejado
hasta ahora, la política internacional a su antojo y sin cuestionamientos. Más
allá de formalismos e hipócritas declaraciones vacías de contenido que sólo han
servido para los titulares de los medios de comunicación que responden a los
mismos intereses. Sosteniendo de esta manera un sistema de relaciones de poder
internacional, inamovible desde mediados del siglo XX.
La sumisa respuesta colonial, de
antiguas potencias coloniales, y la digna actitud del Presidente Evo Morales,
no ha hecho más que resaltar la humillación europea y la hipocresía
norteamericana.
Como región dimos una contundente
demostración de soberanía y coraje. La gran mayoría del resto de las naciones
respaldó y valoró nuestra solidaridad e independencia. El mundo ya no será el
mismo. El mundo ya no es el mismo.
De esto, todos han tomado nota.
Ahora vendrá una etapa de darle forma
orgánica a este soberano reclamo de trato igualitario y respeto sin excepciones
a las normas internacionales establecidas, y las que deberán establecerse a
partir de la nueva realidad que presenta el mundo. Habrá que generar los
mecanismos y herramientas institucionales para este nuevo mundo que está
naciendo. Que de manera inevitable deberá traducirse en reformas jurídicas
imprescindibles e impostergables.
El mundo ya no es el que dio a luz a
los organismos internacionales existentes: OEA, UN, FMI, etc. Cuyas
resoluciones no son cumplidas por quienes las diseñaron de acuerdo a sus
intereses y a la relación de fuerzas emergente de la segunda guerra.
El mundo tampoco es el de la “guerra
fría”, consecuencia de la bipolaridad que consagró a dos potencias mundiales
que se repartieron el planeta en áreas de influencia para cada uno. La
bipolaridad murió al nacer la década de los 90.
La caída del sistema socialista
soviético, generó el espejismo de que había una sola visión de la realidad.
Este paradigma ha sido sostenido por el tremendo aparato comunicacional de la
potencia hegemónica que “ganó la guerra fría”.
A partir de entonces la voracidad de
esta potencia no tuvo, ni tiene límites. Al punto de sentirse dueña de todos
los recursos naturales y riquezas del planeta. Así como de la vida, historia,
intimidad y suerte de todos los habitantes de la tierra. Como lo demuestra el
espionaje planetario al que somete a las naciones, sin importarle más que sus
propios intereses. En defensa de los cuales invade y arrasa países ante la
impotencia, cuando no aquiescencia de los organismos internacionales que
financia de forma mayoritaria.
Aquí está la raíz del paradigma con
el que se mueve esta potencia, cree que el poderío económico y militar le
otorga legitimidad de liderazgo.
Este paradigma es sostenido por el inmenso
aparato comunicacional que maneja y sustenta. A quien se le suman los medios
hegemónicos del resto de los países que no trepidan en atentar contra los
intereses de sus propias naciones y pueblos.
Esta realidad es la que tendrá que
modificar la UNASUR, la CELAC, el ALBA y los organismos y herramientas que se
den los países no sólo de nuestra América, sino todos aquellos que deseen vivir
en un mundo previsible, que no esté atado a los caprichos de conquista de ningún
nuevo César, Nerón o Hitler del siglo XXI.
Esta es la ardua tarea que tienen por
delante los líderes de nuestros gobiernos, que no por casualidad se parecen,
como nunca a sus respectivos pueblos.
Daniel Mojica
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