PARALELISMOS
NEFASTOS
Si hacemos un poco
de memoria, podemos convenir que el golpe genocida cívico, militar y mediático,
no fue “espontáneo”, ni tuvo como causa esencial o primigenia “el accionar de
la guerrilla”. Sino el establecimiento de un plan económico anti popular en
beneficio de unos pocos privilegiados.
El devenir de los
hechos históricos va echando luz a las diferentes etapas de la realidad
nacional e internacional. Es así como hechos que nos han tenido como
contemporáneos actores/espectadores, aunque tal vez, no protagonistas, con el
paso del tiempo se clarifican. O se perciben matices no vislumbrados cuando
sucedían.
Si hoy analizamos
los sucesos previos al golpe genocida implementado por los militares, instigado
por los civiles y silenciado por los grandes medios, podemos recordar un
gobierno democrático desgastado, un alto dirigente de la oposición denunciando
la “guerrilla fabril”, un poder militar que lanza un ultimátum a la clase
política, un decreto del gobierno democrático debilitado que habla de
“aniquilar a la subversión”. No nos olvidemos que faltan pocos meses para que
haya elecciones presidenciales.
Se ponía en marcha
una operación política pergeñada por sectores civiles, acompañada por los
grandes medios de entonces.
El plazo dado por
los militares a la clase política además de exiguo, fue arbitrario y buscaba
sólo una respuesta. Esa respuesta la dio el máximo dirigente de la oposición,
el radical Ricardo Balbín “no tenemos soluciones para dar”. Con esa frase abrió
la puerta al genocidio. Con lo que toda la dirigencia con responsabilidades de
conducción de aquel momento ha quedado manchada con la sangre derramada del
pueblo argentino.
¿Dónde está el
nefasto paralelismo?
En que la clase
política de entonces no supo leer la realidad que se venía, si no se defendía
el sistema democrático. Aunque el gobierno elegido, próximo a cumplir su
mandato, no tuviera la idoneidad, quizás, que ellos hubieran querido.
Actualmente, luego
de la marcha del 13 de Septiembre, producto de una operación montada desde los
medios hegemónicos, en la que el odio y los deseos golpistas se manifestaron
con total libertad, la clase dirigente opositora no critica estas expresiones
claramente desestabilizadoras de la democracia, con insultos y agravios a la
persona de la Presidenta.
“La ruta del odio
lleva a los enfrentamientos violentos. Es algo que ya se vivió y se sufrió. Es
un camino más que peligroso. Si la oposición no critica estas expresiones –y
las justifica como en otras épocas-, estará repitiendo los mismos errores del
pasado” (Extracto de la excelente nota “Odiólar” por Luís Bruschtein en “Página
12” del
Sábado 22/9/12)
Soy de los que
creen que el actual Proyecto Nacional, Popular y Democrático que conduce la Presidenta Cristina
Fernández de Kirchner, se merece una clase dirigente opositora que esté a la
altura del pueblo que está sosteniendo este proyecto. Una clase política que
sea capaz de proponer un proyecto superador, que mejore todas y cada una de las
medidas llevadas adelante por el gobierno democrático elegido hace unos meses y
que tiene por delante más de tres años de mandato.
Esto, si es verdad
que esa dirigencia pretende, como dice, mejorar la situación de los
trabajadores, de la educación, de la salud, de los jubilados, etc., etc., etc.
¿O acaso sólo son
fuegos de artificio para hacerle el juego a las corporaciones empresarias
mediáticas y financieras que pretenden terminar con todos los derechos
obtenidos desde el 25 de Mayo del 2003 a la fecha, para que esas mismas
corporaciones vuelvan a condicionar a la democracia como lo han hecho desde que
recuperamos la democracia, hasta que Néstor Kirchner les dijo basta?
¿No se lo han
preguntado?
Tal vez sea hora
de que lo hagan.
Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica
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