¿VOLVEMOS A SER
ALUMNOS DE LA ESCUELA DE
LAS AMERICAS?
(VER NOTA DE
HORACIO VERBITZKY “WELCOME BACK, BOYS” EN EL DIARIO PAGINA 12 DE HOY, DOMINGO 9
DE SEPTIEMBRE)
Es preocupante que
militares que han participado en invasiones a terceros países y masacrado a sus
pueblos (Vietnam, Afganistán, Irak) vengan a nuestro Ministerio de Defensa para
encontrar la manera de que violemos nuestras propias leyes, para incluirnos en
“sus guerras” contra quienes se oponen a la dominación imperial que han
diseminado alrededor del planeta.
Las leyes que
pretenden violentar dentro de nuestro territorio nacional son las de Seguridad
Interior y la de Defensa Nacional.
Con la semántica
que los nuevos colonizadores dan a los conceptos con que disfrazan su
intromisión en nuestros asuntos internos, pretenden otra vez “instruirnos” en
novedosas formas para reprimir la protesta social.
Utilizan diversos
eufemismos para encubrir sus verdaderos objetivos, que tienen que ver con el
control social, en una región, América del Sur, más precisamente la UNASUR, que viene adoptando
una posición política en el ámbito regional e internacional en las antípodas de
la política exterior de las grandes potencias.
El imperio no se
resigna a que nuestra América tenga su propia visión, escriba sus propias
reglas de convivencia, y adopte sus propias decisiones sin consultar ni esperar
la aprobación de nadie.
Somos un
continente que está transitando los cambios y transformaciones que nuestros
pueblos demandan, y estos pueblos han elegido gobiernos que defienden los
intereses populares por los que fueron elegidos.
Por eso los
intentos de subordinarnos, son cada vez más sutiles, y utilizan disfraces
gramaticales para engañar a los desprevenidos. Hablan de “control de
disturbios”, “auxilio en desastres naturales”, “operaciones antidrogas” y
“operaciones antiterroristas”.
Sucede que en
nuestra memoria colectiva está latente que fue necesaria la represión genocida
para implantar el modelo económico que arrasó nuestro país desde 1975. Como ya
no son viables los golpes que instauren dictaduras genocidas, como la cívica,
militar y mediática que sufrimos en carne propia desde el 24 de Marzo de 1976.
Ahora utilizan otras estrategias.
En Honduras fue
una mezcla de golpe militar convalidado por la Corte Suprema de Justicia
local. En Ecuador fue con la sublevación de las fuerzas policiales. En Paraguay
una parodia de juicio político.
También
pretendieron desatar una guerra entre Colombia y Venezuela, sabiamente
desactivada por Néstor Kirchner y los presidentes de ambas naciones
involucradas.
No les alcanza con
la enorme cantidad de bases militares a lo largo del planeta. Tampoco es
suficiente el bloqueo informativo planetario al que somos sometidos (un ejemplo
autóctono es el que acomete en nuestras fronteras el Cártel Clarín).
Desde la
información globalizada nos enteramos de las “noticias” que las grandes
agencias quieren que sepamos, y de la forma en que sus periodistas y editores
nos la cuentan.
Ahora vuelven con
sofisticadas herramientas y el lenguaje acorde a “enseñarnos” cómo debemos
defendernos de los flagelos que ellos mismos crean con sus innumeras agencias
de inteligencia que siembran el terror, el miedo, la delincuencia, la
desestabilización y el narcotráfico.
¿Están flaqueando
nuestras defensas naturales contra estas prácticas coloniales?
¿Acaso existe
algún compromiso que desconocemos? Sería bueno conocerlo, porque serán nuestros
cuerpos los que sufrirán las consecuencias de la “capacitación” que reciba el
personal del Ministerio de Defensa.
Creo que sería muy
bueno y oportuno que las autoridades involucradas informen a la población en
qué consiste este “programa” que nos vienen a dar.
¿Acaso es una decisión
del ministro de defensa? ¿Está en conocimiento el Poder Ejecutivo de semejante
iniciativa?
¿Cómo se conjuga
este “programa” con la Soberanía Política,
la Independencia
Económica y la Liberación
Nacional?
Tomemos conciencia
que la defensa del Proyecto Nacional, Popular, Democrático y Soberano no
depende sólo de la militancia, sino de todos y cada uno de los funcionarios, que
además de funcionarios, no deben dejar de ser militantes.
Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica
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