GOLPISMO SIGLO XXI
Nuestra América en
general, y la Argentina
en particular han sido víctimas a lo largo del siglo XX, de golpes de estado
llevados a cabo por las fuerzas armadas e instrumentadas por dirigentes civiles
que siempre han servido a intereses ajenos. Esos intereses, ajenos a los
nacionales, estuvieron y están representados por el imperialismo del gran país
del norte.
La dirigencia
civil que siempre ha sido cómplice y socia del golpismo forma parte de las
corporaciones (patronales, partidarias, gremiales, eclesiásticas, financieras,
deportivas, judiciales) que integran el sistema de poder. Sistema que ha
permanecido intacto, intocado y casi invisibilizado gracias a los grandes
medios que han brindado histórico sostén a todo golpismo.
Llegando al colmo,
estos grandes medios periodísticos, de haber sido cómplices, socios y
beneficiarios del genocidio que llevó a cabo el último golpe tradicional,
contra un gobierno democráticamente elegido.
Podemos coincidir
en que el siglo XXI ha traído vientos de pueblo a la mayoría de los gobiernos
de nuestra América. Gobiernos que se parecen a sus pueblos y que llevan
adelante políticas de inclusión en lo interno y de integración, fronteras
afuera. Fortaleciendo los propios desarrollos de manera complementaria con sus
vecinos.
Consolidando un
fuerte bloque político, económico, social y cultural, que se ha plantado frente
al resto del mundo.
Con el plus de
haber dejado de lado las recetas implantadas desde los organismos
internacionales, que nunca han beneficiado a los pueblos, pero si a las
corporaciones.
En un contexto
internacional donde queda plenamente evidenciado el fracaso del consenso de
Washington, y de las políticas liberales. En un mundo donde la potencia
hegemónica no le hace asco a invadir cuanto país se le venga en gana, en pos de
apoderarse de las riquezas ajenas. Con la aquiescencia de los organismos
internacionales creados para “observar y hacer observar la justicia y las leyes
y tratados internacionales, para el mantenimiento de la paz”.
Organismos que
también han quedado marcados por un estruendoso fracaso, al servir sólo a los
intereses de los países más poderosos, que casi siempre es uno sólo y el mismo.
Ese mismo y
poderoso país cuyo única razón de ser parece ser “dominar el mundo” (tal y como
era en los dibujos animados de “Pinky y Cerebro”) ha debido modificar su
estrategia en nuestra América.
Así como las
décadas de los 60 y 70 han sido marcadas a fuego por los golpes militares.
En los 80 y 90, la
dominación era instrumentada desde lo económico y financiero. De esta manera
los que hacían el trabajo sucio ya no eran los militares. Sino los serviles
civiles, que antes estaban detrás de los militares, tuvieron que dar la cara.
Con el proceso
emancipador que emergió en nuestra América luego de la nefasta década de los
90. El imperialismo y sus cipayos seguidores han debido variar otra vez su
estrategia.
Honduras ha sido
una prueba exitosa. A pesar de la inclaudicable oposición de la UNASUR.
Han flaqueado la OEA y la UN.
Por eso mismo
adquiere tanta importancia regional el fortalecimiento de la UNASUR, la CELAC, el ALBA. Para
contrarrestar el poder opresor de los organismos creados por los opresores.
Falló el intento
en Ecuador, contra Rafael Correa. Allí ha sido la policía.
Como sabiamente
alerta y señala el doctor Raúl Zaffaroni, son la nueva mano de obra del
imperialismo.
En Paraguay
mejoraron lo de Honduras. Igual fue farsesco. Pero lograron su cometido. A
pesar de la rapidez de reacción de la UNASUR.
Aunque ha sido un
golpe a la unidad regional, la respuesta de la región ha sido inmejorable. Se
logró la incorporación de la República
Bolivariana de Venezuela. A la que el Senado golpista de
Paraguay se oponía con fervor cipayo.
Es momento de
estar atentos. Afuera y adentro.
Los movimientos de
ciertos dirigentes deben ser leídos teniendo en cuenta el contexto regional e
internacional. No sólo analizarlos desde lo nacional.
El campo nacional
y popular, como sabia y oportunamente ha señalado nuestra Presidenta debe
permanecer UNIDO, ORGANIZADO Y SOLIDARIO.
Aquellos que no lo
entiendan y persistan en defender sus intereses personales en estos tiempos
difíciles, que sepan desde ahora que no están defendiendo los intereses de las
grandes mayorías. Ni siquiera de quienes dicen representar.
El pueblo ya lo sabe.
Daniel Mojica
Columnista de Radio Gráfica
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