LA PATA MEDIATICA DEL GENOCIDIO
El proyecto nacional, popular y democrático que conduce Cristina Fernández de Kirchner, avanza y se profundiza, tal como fuera anunciado antes de las elecciones del 23 de Octubre, donde fuera ratificado el rumbo por el 54,11% de los votos.
Las medidas que marcan el camino hacia la plena soberanía política e independencia económica, como en este caso la expropiación a Repsol/YPF del 51% de las acciones para tener el control estatal sobre un recurso estratégico, marcan a fuego a aquellos que defienden intereses ajenos a los nacionales.
No es casualidad, que ciertos promotores, gestores y beneficiarios del genocidio, siempre queden del lado de los intereses contrarios a los de la gran mayoría del pueblo argentino.
En una democracia plena, como la que estamos construyendo, esto es, sin aceptar condicionamientos ni tutelas de las corporaciones económicas y financieras, es saludable el debate y el intercambio de opiniones. Porque sirven para enriquecer las propuestas, sean hechas por el gobierno nacional, como han sido la recuperación de los fondos jubilatorios, la recuperación de Aerolíneas Argentinas, o ahora YPF; o sean hechas por otros sectores, como la asignación universal o el matrimonio igualitario, por citar algunos ejemplos.
Es para destacar, aunque no sorprenda, el nivel de los editoriales en las páginas, micrófonos y pantallas de quienes fueron la pata mediática del genocidio, siempre defendiendo intereses espurios y antinacionales.
Por eso, vengo sosteniendo desde mis columnas, que el golpe genocida de 1976 no fue sólo cívico y militar, sino también mediático.
Así como hemos demorado muchos años en poder asimilar la responsabilidad civil, como planificadores de la masacre humana, económica y social que padecimos. Tenemos que empezar a proclamar y evidenciar, que sin el sostenimiento cómplice de los medios que se beneficiaron con los crímenes y saqueos cometidos; los asesinos, torturadores y apropiadores no hubieran gozado de tanta impunidad. Tampoco hubiera podido justificarse el desconocimiento de cierto segmento de la sociedad y el silencio de la jerarquía católica.
Porque aún hoy, continúan inoculando su odio y pretendiendo infundir miedo en la sociedad, ejerciendo una suerte de terrorismo informativo. Son los mismos que llenaban páginas justificando masacres, los mismos que llevaban adelante operaciones destinadas a engañar a la población nacional e internacional.
Los mismos que luego pregonaron y justificaron la entrega del patrimonio de todos los argentinos. Porque no se conformaron con endeudarnos ante el FMI, sino que además debían convencernos de que éramos unos inútiles que no podíamos gestionar nuestras empresas emblemáticas, y nos convencieron de regalarlas.
Hoy, esos mismos periodistas y comunicadores a sueldo de la pata mediática del genocidio, se embarcan en operaciones con diferentes niveles de golpismo explícito contra el gobierno elegido democráticamente y que hoy concita más adhesión popular que cuando fuera reelecto.
Hay también algunos conversos, que supieron transitar otras veredas, pero tal vez, flojos de convicciones, hoy son prestidigitadores de la palabra, contrabandistas de ideología. Aunque tal vez no les genere ningún remordimiento recibir su sueldo de quienes fueron cómplices del robo de criaturas. Aunque ayer, quizás, hayan colaborado en la escritura de un libro para las Abuelas de Plaza de Mayo, y hoy comen de la mano de los que asesinaron y torturaron a los padres y madres de aquellas personitas, cuyos pies aparecían en la tapa.
En fin.
A lo mejor para esos periodistas sólo sean detalles menores.
De cualquier manera, los Bernardo Neustadt, Gómez Fuentes, Samuel Gelblung y Mariano Grondona, entre otros, ya han dejado su descendencia. Han hecho escuela. Como una escuela de las Américas del periodismo.
Vienen a ser como la OTAN de la información.
Tan sonrientes se los ve ¿serán concientes del triste papel que les toca?
Daniel Mojica
www.facebook/leopoldomarechalII
Columnista de Radio Gráfica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tu opinión. A la brevedad te hago llegar mi respuesta.