REALIDADES. FICCIONES. MENTIRAS.
EMPATIA Y MANIPULACION
Años desayunando juntos. Recorriendo la realidad, no siempre coincidiendo.
Pero había respeto. Al menos eso parecía.
Me presentabas personas, que casi siempre resultaban simpáticas. Entradoras. Alguno tal vez, muy serio. Demasiado.
Parecía sincero, a pesar de todo.
Todos trataban de generar empatía. Complicidad.
Así eran recibidos. Como si fueran amigos de lejanas tierras.
Entraban en casa con simpatía opinadora.
Al respecto, recuerdo comentarios de mi madre, sobre el afecto que generaban en ella estos personajes.
Personajes sobre los cuales, jamás ponía en duda sus comentarios y apreciaciones sobre hechos de la realidad.
Su justificación era “lo dijo Mirta en la tele, cómo no va a ser cierto”.
El nombre propio puede ser reemplazado por el de cualquier comunicador y/o periodista televisivo/radial/gráfico.
Supongo que esa influencia que generaban, no era producto de la casualidad. Ni le sucedería sólo a ella. Digo, a mi madre.
Esos rostros, esas voces, esas sonrisas, esa simpatía, generaba CREDIBILIDAD.
Condimento imprescindible para transmitir una mirada de la realidad. Para ir construyendo una relación que no ponga en duda las opiniones vertidas sobre ciertos hechos.
Esa es la manera en la que, de manera paciente y persistente, en la medida que elaboraban su relato, el mismo era sustentado por esa relación de “afecto” con “sus” televidentes, lectores o escuchas.
Así se introducen en cada uno de los hogares.
Con la impunidad que brindaba estar dentro de ese mágico e intangible mundo, del que nadie podía desconfiar. O sí. Tal vez unos pocos lo hacían.
Les llevó mucho tiempo construir ese puente de confianza.
Era tal esa confianza, que a muchos lectores/oyentes/televidentes les ha costado admitir (unos cuantos aún no logran admitirlo) el tamaño de semejante traición.
Porque cuando uno confía y lo defraudan, la palabra es TRAICION.
Es como que a medida que iban apareciendo denuncias, por ejemplo con el ADN de los hijos adoptados Marcela y Felipe, uno esperaba que dijeran: vengan y tomen las muestras que quieran, no tenemos nada que ocultar. En cambio sólo oscurecieron en el afán de aclarar.
Mismo ahora con el tema de Papel Prensa ¿cuántos habrán esperado que salgan publicados los documentos que desmientan “la mentira oficial” “el relato que tuvieron que inventar desde el gobierno” “la mentira de la presidenta”?
En lugar de eso denigran y degradan a las víctimas.
Ahora, aquellas sonrisas y rostros simpáticos están cruzados por un odio que sólo puede ser explicado desde la sinrazón de los argumentos que no ahuyentan el tufo a mentira. Nefasta, cruel y traicionera mentira.
¿Qué sentirán esos lectores/oyentes/televidentes?
¿A todos esos que entraron como simpáticos amigos de otras latitudes, les importará algo lo que sientan sus defraudados espectadores?
¿Quedará algo de conciencia en esas almas torturadas por una realidad que no se ajusta a sus “objetividades de periodistas independientes”?
¿Qué disfraz usarán cuando la ley de medios de la democracia ponga las cosas en su lugar?
¿Tendrán esos rostros la misma sonrisa embaucadora y simpaticona?
¿Cómo harán para limpiarse tanta sangre?
Daniel Mojica
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