TOMAMOS CONCIENCIA DE QUE SE PUEDE
Estamos en plena recuperación, luego de la derrota cultural que significó la genocida dictadura cívico militar, que tuvo su continuidad en la condicionada democracia, que también recuperamos.
El punto culminante de esa debacle cultural fue el menemismo, con la farandulización de la política, con Tinelli a la cabeza de la banalidad y la estupidización.
¿Qué signos podemos destacar de esa nefasta herencia cultural, hija del genocidio?
El no te metás. La demonización de la política. La desaparición del rol del estado. La estigmatización de la pobreza. El miedo al diferente. La desconfianza en el vecino. Igualar lo popular con lo vulgar. Bastardear el lenguaje. La desmovilización popular. Denigrar el rol de la mujer.
Sin ser una enumeración exhaustiva, sirve para comprender de qué estamos hablando.
A la difusión de semejantes “valores culturales” ayudaron los medios que fueron cómplices y partícipes necesarios del genocidio, sus comunicadores y periodistas a sueldo, y las “figuras de la farándula” que sirvieron como apoyo logístico para construir ese andamiaje de dominación anclado en el terror, que, curiosamente esas pantallas, diarios y personajes no reflejaban. Porque era producto de “una campaña antiargentina”.
De esa ceguera elegida y consentida estamos emergiendo.
Mucho le debemos al trabajo constante y sin claudicaciones de las Madres y Abuelas. También a las diferentes organizaciones que el pueblo fue construyendo en todos estos años.
Además, debemos resaltar un cambio fundamental. Desde Mayo de 2003 quienes elegimos para gobernar, no se escudaron en el “no se puede”, que ha sido la piedra fundamental del condicionamiento que la democracia consintió hasta ese momento.
Desde que asumió el gobierno Néstor Kirchner fue demostrando con cada una de las medidas implementadas que SI, SE PUEDE.
Se puede romper con las condicionalidades del FMI, se puede cambiar una Corte Suprema que era la última valla de la impunidad, se puede impulsar y defender el juicio a los genocidas civiles y militares, se pueden recuperar los fondos de los trabajadores para una jubilación basada en la solidaridad, se puede proteger el consumo interno y las fuentes de trabajo, se puede desde el estado regular la economía en beneficio de las mayorías, se puede derogar el decreto ley de la dictadura que regulaba los medios de difusión, se puede tener un banco central que acompañe a la economía a crecer con independencia, se puede ampliar el horizonte de derechos.
El pueblo recuperó las calles y pudo expresar su alegría. Una alegría que no tiene partido.
Aunque muchos pensemos que los días más felices han sido y son peronistas. Como sociedad estamos asistiendo a algo mucho más profundo, más contundente, más perdurable.
Es el darnos cuenta que PODEMOS.
Sólo es una cuestión de tiempo y que empiece a aplicarse la ley de servicios de comunicación audiovisual, para que esos resabios autoritarios, soeces y discriminatorios que aún destila la corporación mediática hegemonizada por el mal gusto, la mentira y la tergiversación. Orquestada por “periodistas independientes”, comunicadores nostálgicos del genocidio que ocultaron y que aún hoy se siguen manchando de sangre desde sus micrófonos, páginas y cámaras en tanto y en cuanto sigan difundiendo las mentiras y falacias que conviene a los demiurgos manipuladores, para escapar del justo castigo que les corresponde. Por ser cómplices de genocidas, de violadores, de apropiadores de bebés. Ya no pueden alegar que no saben, que no se dieron cuenta.
Este, la caída de las caretas, es otro triunfo de la sociedad en esta batalla cultural, en la que todavía estamos inmersos. Pero ya sabemos de qué lado está cada quien.
No es poco, en medio de los vientos de cambio que estamos soplando entre todos.
Daniel Mojica
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