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martes, marzo 02, 2010
NOTA DEL COMPAÑERO JULIO PIUMATO
LA DERECHA NO PUEDE CON EL PERONISMO
El peronismo, ese que reta a los poderosos y a los humillados fortalece
El mismo día que Néstor Kirchner reapareció en La Plata, a la oposición se le aguó la fiesta en Senadores. Señales de la imposibilidad de imponerle un cerrojo neoliberal al peronismo. No hay caso: la síntesis de las múltiples expresiones de la oposición, desde la necia izquierda hasta la más obtusa derecha, pierde por algún agujerito que no puede cocer.
Por Julio Piumato (*)
La sesión en Senadores del miércoles 24, al revés de lo que recortan en los grandes medios, no fue del todo trunca. Sólo no alcanzó a resolver la integración de las respectivas Comisiones parlamentarias, pero sí nombró a su Presidente Provisional, y culminó el trámite de asunción de la última senadora que faltaba hacerlo, opositora ella. A su paso, dejó un tendal de lastimados en la oposición de derecha, esa que está desnuda y encerrada en sus propias debilidades y fracasos.
Asistimos estos días, pues, a la verdadera trama que tejen en sus hilados más finos los actores centrales de la oposición política argentina: la continua conspiración contra el gobierno nacional y la permanente disponibilidad si se trata de impedir y obstaculizar el normal desenvolvimiento del modelo económico y político votado mayoritariamente en 2007.
Pero hete aquí que la sociedad prendió la luz una tarde y descubrió a ese variopinto rejunte opositor con la bragueta baja, a medio desvestir, absolutamente incapaz de concretar lo que insinúa.
Si se observa bien, sin las anteojeras que impone el corrosivo discurso mediático, veremos cuántos mitos se han caído con ese tan promocionado y auto prometido triunfo opositor que, a pesar de haber sido anunciado a cuatro vientos por el Grupo del tipo que toca la cornetita, no pudo concretarse. No olvidar el título de Clarín de ese día: “La oposición va por el control total del Congreso”.
Lo cierto es que esa tan mentada crispación, se verifica más en la oposición que en el partido de Gobierno. Al oficialismo se lo vio sereno en su irreprochable decisión parlamentaria de no dar quórum. Calmo y disciplinado. Fue Elisa Carrió la exasperada diputada que propuso boicotear la Honorable Asamblea Legislativa prevista para el 1º de marzo del año del Bicentenario, un recurso poco afín con el republicanismo en abstracto que promociona la platinada legisladora chaqueña, elegida por la Ciudad de Buenos Aires en la lista “testimonial” de la Coalición Cívica. Ese es el lugar que la historia le reserva a Carrió: la oscura diputada que quiso boicotear la Asamblea Legislativa del año en que la Patria cumplió 200 años de existencia.
Por otra parte, fueron los mismos referentes opositores que durante meses instaron al “diálogo” y el “consenso” políticos, quienes hicieron exactamente todo lo contrario, buscando imponer autoritariamente, sin conversación alguna, una mayoría exigua, atada con alambre y pegada con cinta de embalar, que de tan endeble ni siquiera logró condensarse en la primera votación a la que era sometida.
Asimismo, resulta paradójico que quienes suelen contar el cuento de la “calidad institucional” para oponerse a las medidas más progresivas del gobierno, ahora impugnen el impecable recurso de no dar quórum interpuesto por el bloque oficialista, que –vale la pena recordarlo– está compuesto por 32 senadores y conforma indiscutiblemente la primera minoría de la Cámara.
¿Con qué otra vara tan distinta de ésta, midieron aquel voto no positivo de Julio Cobos, a la sazón representante del Poder Ejecutivo en la Cámara de Senadores, sin voz y sin voto, excepto si se diera la eventualidad de un empate en la votación parlamentaria, en cuyo caso la Constitución nacional le reserva al Ejecutivo la potestad de inclinar a su favor la puja, a fin de preservar bajo cualquier circunstancia la gobernabilidad? ¿Acaso invocaron la “calidad institucional” cuando se produjo aquella alevosa agresión a la ética y la moralidad republicanas?
Asimismo, ¿qué dirán ahora sobre la “independencia judicial” aquellos que enfurecen cuando Néstor Kirchner habla sobre la existencia de un Partido de la Justicia? ¿Cómo han de explicar la última desmesura del cortesano Carlos Santiago Fayt, quien ajeno por completo a la compostura y el rigor que demanda su investidura, dejó soltarse su cadena y presionó indirectamente a un tribunal de segunda instancia? ¿Acaso no afecta la independencia de una Cámara inferior, que un miembro de un tribunal de Alzada opine públicamente sobre la materia en la que debe decidir? Con su apreciación sobre lo que debería fallarse respecto del Fondo del Bicentenario, ¿no estaba Fayt adelantando cómo será su voto al momento de tener que decidirlo en la Corte? ¿Cuál es, ahora, la garantía de imparcialidad que puede ofrecerle a la ciudadanía el juez Fayt, ese locuaz y añejo ministro del máximo tribunal, que tantas veces opina sobre el peronismo y el país en la puerta de su casa, como hacía Carlos Corach? Inconductas de la democracia argentina.
La demora por ahora en la votación podrá ser, al final, un triunfo opositor en una próxima sesión. O todo lo contrario, si prosperara alguna negociación entre oficialistas y opositores no tan cerrados. Habrá que esperar. Después de todo, nadie, ni unos ni otros, pueden confiar en Carlos Saúl Menem, el que hizo todo lo contrario a lo que prometió en campaña porque si no –tuvo el tupé de reconocer alguna vez– nadie lo iba a votar.
Lo importante
Pero eso, en el fondo, ¿a quién le importa? Al fin y al cabo, lo que estaba en discusión era una cuestión menor si se tiene en cuenta la espesura de las disputas que se dan en la Argentina de estos días, ansiosa por profundizar la alternativa nacional y popular abierta en 2003.
Definitivamente, lo más trascendental de la sesión que terminó sin quórum fueron sus implicancias simbólicas. Es que el mismo día en que a Cleto Cobos se le frunció el seño por el fiasco en Senadores, y a Gerardo Morales, a la Señora de Duhalde, a Carlos Reutemann, les corrió un frío sudor por la espalda ante la traición de su propio compañero de fechorías, reapareció públicamente Néstor Kirchner en La Plata, ya recuperado de su operación, y otra vez filoso para las precisiones políticas. Fue demasiado para ellos.
Contrariando lo que repiten con insistencia y hartazgo en ese repiqueteo mediático insoportable, no estamos muertos quienes ansiamos construir otra Historia, cambiando la vida, para que nada siga como está. Ese peronismo que reta a los poderosos, persigue a los más villanos, y a los condenados de la tierra fortalece, es el único peronismo posible y no ha sido derrotado, ni lo será jamás. La clase trabajadora, activa y organizada, lo sostendrá una y mil veces. Y es sabido: esa fuerza social puesta en acción en la Historia, es invencible. Y conmovedora.
La revolución, esa mujer impredecible y fatal, tan azarosa a veces, tan fría y cerebral otras, necesita de estas alegrías, tan módicas, tan monumentales. Sirven para removerles las tripas a los enemigos, a los humillados confortarlos, y a los pueblos, hacernos recordar que vamos a ganar. Contra todo, a pesar de los pesares, vamos a ganar.
Buenos Aires, 26 de febrero de 2010, Año del Bicentenario
(*)Miembro de la Comisión Política de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista
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