LOS CARDENALES, LOS JUECES Y LOS MEDIOS
Hay instituciones cuyo reloj parece que atrasa siglos.
O tal vez, sus integrantes pretenden que retornen esas épocas.
Tiempos en que la iglesia, por ejemplo, tenía más poder que el poder político.
Hay integrantes del clero, nostálgicos de aquellas prerrogativas.
¿Cómo explicar esa necesidad de figurar en los medios con sus interesadas declaraciones sobre la realidad?
Como si su mirada fuera lúmen de los nuevos tiempos.
Pareciera que existe un acuerdo tácito en ese aspecto con la corporación mediática, por cómo cubren, registran, comentan y exaltan semejantes avatares cardenalicios.
No deja de ser llamativa tanta enjundia declarativa, tanta “preocupación” por “la institucionalidad” “el equilibrio” “la mesura” “la pobreza” “el bien común” “los pobres” y tantas otras “preocupaciones” durante los gobiernos democráticos.
No se recuerda tanto afán “defensor” de “los que menos tienen”, de “las instituciones”, de los “abusos de poder” durante la pasada dictadura genocida cívico militar.
Salvo honrosas excepciones de sacerdotes, que curiosamente, no fueron defendidos por la cúpula de purpurados cuando pusieron su palabra, su cuerpo y su vida en contra de los asesinos opresores.
Incluso se sospecha de algunos altos dignatarios, que aún ostentan sus oropeles, que denunciaron curas y seminaristas, que cayeron bajo la furia asesina de aquellos tiempos.
Existe un extraño paralelo con ciertos magistrados judiciales que demuestran una “independencia” elogiable del poder político actual. Independencia que no supieron, no quisieron o no tuvieron la valentía de sostener o defender durante la larga noche del proceso genocida. Porque todavía persisten muchos aferrados a los pliegues tectónicos de la justicia desde entonces.
Amparados en ese lento caminar que desdibuja a la justicia de su propio fin.
No puedo dejar de señalar que huele a impunidad la característica vitalicia de sus servicios y algunos indicios de un nepotismo que se critica severamente en otros poderes (por ejemplo el ejecutivo).
En el caso de los magistrados se da una paradoja respecto de la corporación mediática en general y del monopolio Clarín en particular.
Cuando los magistrados se avienen a “proteger” los intereses y privilegios de esa corporación son impolutos representantes de la “justicia independiente”. Cuando tienen la poca delicadeza de fallar en contra, hasta pierden el puesto (verbigracia Juez Marquevich en el sonado caso de los hijos adoptados por Ernestina Herrera, acerca de quienes hay firmes sospechas que serían hijos apropiados de una familia masacrada).
Si tuviera que pensar un título para un guión, cuyos protagonistas fueran los personajes mencionados anteriormente se me ocurre “UNIDOS DETRÁS DEL GENOCIDIO”.
Acepto sugerencias.
Daniel Mojica
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tu opinión. A la brevedad te hago llegar mi respuesta.