Un espacio para el cambio desde la política y la cultura. Correo: danielmojica@cuestioncultural.com.ar
martes, febrero 16, 2010
ELEGIMOS SER COMPLETOS ¿O CERCENAMOS UNA PARTE?
MEMORIA Y CREDIBILIDAD.
La dinámica de la realidad política a veces nos impide detenernos en ciertos aspectos que pueden ser cruciales para la construcción de un futuro que valga la pena.
Para saber hacia dónde vamos como sociedad es importante conocer de dónde venimos.
Así como el pasado de cada individuo es fundamental para su propia construcción como ser humano. El pasado, o sea la historia de una comunidad es una referencia ineludible en la construcción de un modelo determinado de sociedad. Para no repetir los errores. Para rescatar valores esenciales. Para la elaboración de nuevos paradigmas.
Existe una corriente de pensamiento, encarnada en cierta dirigencia, que pretende obturar el pasado. Clausurarlo. Como si de un plumazo se pudiera borrar la propia historia.
La excusa que se esgrime es que hay que mirar hacia delante.
Como si tener clara la historia personal, el pasado de la sociedad impidiera mirar el futuro.
¿Cuál es la verdadera razón de esa búsqueda de borrar el pasado?
Sabemos que nuestro pasado reciente (el que se quiere borrar) está teñido con la sangre de una generación de argentinos. Ese genocidio posibilitó la implementación de políticas de saqueo y enajenación de riquezas nacionales. Permitió el avasallamiento de los derechos individuales y sociales.
Además, habilitó el surgimiento de una clase dirigente que aceptó de manera sumisa, las condicionalidades que enmarcaron la democracia recuperada.
Entonces, si logramos eliminar ese pasado, borrarlo de las conciencias, se lograrían algunos milagros insospechados.
Por ejemplo:
Nadie podría recriminarle al diario Clarín haber sido cómplice de la genocida dictadura cívico militar;
Quién se acordaría que la conducción de la UCR de entonces no aceptó una salida política apoyando al gobierno democrático de entonces;
ACLARACION: Recordar que unas semanas antes del golpe del 24 de Marzo de 1976, los jefes de las fuerzas armadas lanzaron un ultimátum a la democracia. Le dieron un plazo a la clase dirigente para “ordenar el país”. El encargado de responder fue el dirigente radical Ricardo Balbín quien dijo: “…no tenemos soluciones para dar…” con esa frase la clase política se lavó las manos, en lo que luego se comprobaría, fue la sangre del pueblo argentino.
Para ellos es mejor olvidar, que casi toda la clase dirigente con responsabilidades de conducción en aquella época, terminó siendo cómplice de los secuestros, torturas, violaciones, saqueos, asesinatos y robo de bebés.
De esta manera, los cultores del olvido, están defendiendo la impunidad de los crímenes cometidos. Están avalando a quienes fueron socios y usufructuaron de los negocios que posibilitaba “no saber lo que estaba pasando” o beneficiarse porque se eliminaba a la competencia asesinando a los competidores. Un caso emblemático es el de “Papel Prensa”.
¿Cuál es la credibilidad de estas personas que ahora hablan de institucionalidad?
¿Qué credibilidad tiene un grupo mediático que creció a expensas de ocultar crímenes?
Hay quienes pretenden una sociedad que barra bajo la alfombra su historia. Formatear la memoria de las personas. Una comunidad sin pasado. Para que otros digiten su futuro.
Hay cierto sector de la clase media que es permeable a ese discurso.
Es que padece una especie de esquizofrenia. Porque dirige su odio hacia quienes la favorecieron. Y compra todas las frases, agravios y mentiras que escucha, lee y mira por TV.
¿Queremos cercenarnos y borrar parte de nuestra historia personal?
O elegimos ser seres completos.
¿Queremos construir una sociedad en base a la mentira de quienes ocultan el pasado?
O elegimos la verdad, la memoria y la justicia.
Daniel Mojica
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