Elenco(por orden de aparición)
Federico García Lorca Fabián Vena
Ramón Ruiz Alonso Luis Campos
Rafael Martínez Nadal / Guardia SebastiánRichardEsperanza Rosales Graciela DuffauPadre de Federico Aldo BarberoJuan Trescastro Héctor NoguésLuis Rosales Néstor CanigliaEsperancita Rosales Graciela MuñizMiguel Rosales / Guardia Marcelo MelingoGobernador José Valdéz José María LópezPaco Galadí / Soldado Omar KühnJoaquín Arcollas Cabezas / Soldado Juan Pablo CarrascoDióscoro Galindo González / Soldado Eduardo Arias
Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín
Victoriano Alonso Ariadna BufanoMirna Cabrera Eleonora DafcikValeria Galíndez Silvia Galván Bruno Gianatelli Tito LoreficeLucila Mastrini Johanna MizrahiFernando Morando Carlos PeláezEsteban Quintana Marta RaggiIvo Siffredi Florencia Svavrychevsky
Coordinación de producción Beatriz BorquezAsistencia de dirección Rubén Pinta / Florencia Dyszel / Galo OntiverosPlanimetría Lorena RiafrechaRealización y diseño de objetos Marta Raggi / Ivo SiffrediMusicalización Adelaida Mangani / Hugo UrquijoVestuario y diseño de títeres Maydée ArigósEscenografía e iluminación Héctor Calmet
Dirección Adelaida Mangani y Hugo Urquijo
Sala Casacuberta - Teatro San MartínTemporada 2009
Narrar la propia muerteLa sombra de Federico fue escrita a partir de la sensación de que Lorca, además de haber dejado testimonio, en sus poemas y obras, de la Guerra Civil entre la Segunda República Española y las fuerzas fascistas, narró poéticamente, además de la muerte de muchos de sus compatriotas, la suya propia. Por otro lado, la imagen-idea dramática de “la sombra de Federico” volviendo para conocer la verdadera razón de su asesinato y poder descansar en paz, nos ha permitido reconstruir, cruzados por algunos de sus poemas y escenas de obras que lo van anticipando, sus últimos días. Con respecto a qué es lo que intentamos expresar, prefiero remitirme al prestigioso investigador George Woodyard, que en su estudio sobre la obra titulado García Lorca: Sombra, miedo y olvido dice: “Los dos elementos dominantes de la pieza son el miedo y el olvido, y especialmente el miedo al olvido”.
Eduardo Rovner
Los duendes de FedericoLos autores inventaron una superposición de realidades a través de la cual al espíritu lorquiano le fue dado volver al escenario para preguntar desde allí –¿desde qué otro lugar sería posible? – al mundo y a la materia misteriosa de su poesía sobre las razones de su asesinato, que aún clama justicia.Nosotros, entonces, embarcados en la espiral ascendente de las metáforas propuestas, aventuramos un juego de lenguajes e imágenes que acompañen al alma de Lorca en la indagación de aquellas intuiciones, en la sombra de los presentimientos, en la rebeldía de la militancia y en la absurda y brutal persecución de la España oscura. Federico dijo en una Conferencia sobre el Duende: “La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran porque con duende es más fácil amar, comprender y es seguro ser amado, ser comprendido…”. Invocamos al duende para que baje cada noche al escenario, en este Buenos Aires que Federico tanto amó. Y quizás nos haga a nosotros más fácil amar, comprender y, en fin, ser perdonados cada vez.
Adelaida Mangani
La pregunta que no cesa de no hacerse “El régimen debiera ser el primer interesado en aclarar punto por punto la muerte de Federico. No aceptar la verdad histórica no es haberlo matado, es seguir matándolo”, decía el poeta Luis Rosales en 1974.El régimen lo mató. Pero la pregunta que seguirá flotando es la que Federico seguirá formulándola cada noche desde este escenario: ¿Por republicano, por homosexual, por “rojo”, por anticlerical, por masón, por judío, por diferente, por genio? Un régimen que enarbolaba la bandera “¡Viva la muerte!” no podía tolerar la vida del andaluz más genial de su generación, cuya vida demasiado fugaz fue interrumpida con un cobarde fusilamiento no asumido como responsabilidad, un cuerpo no entregado, un alma que todavía ronda en pena por las fosas comunes. Un andaluz que en su breve vida tuvo tiempo de producir una obra teatral única, que perdurará en el tiempo, y una obra poética de una originalidad tan sorprendente que forma parte ya del cuerpo de nuestro prodigioso idioma.Los hechos que narra La sombra de Federico dan cuenta de las últimas semanas de su vida, que fueron a la vez las primeras de un golpe militar contra un estado de derecho republicano elegido en las urnas. Si la guerra civil que sobrevino inmediatamente después cambió el curso de la historia de España, el fusilamiento de un inocente como Federico instauró el terror. Tenía tan solo treinta y ocho años el día que lo mataron. Toda muerte es irreparable. Y no hay muertes más irreparables que otras. “No entremos –dice otro gran poeta andaluz, Félix Grande– en esa contabilidad tan desatenta con la vida. Sólo digamos que algunas criaturas dejan sobre la tierra, cuando mueren, una viudez más numerosa. En millones de corazones unas hebras de luto se llaman Federico.”
Hugo Urquijo
Federico García LorcaNacido en Fuente Vaqueros, Granada, en 1898, es el poeta español de mayor popularidad e influencia del siglo XX y uno de sus dramaturgos fundamentales. Su teatro constituye a la vez un monumento poético de alto vuelo y un conjunto notable de asuntos, conflictos y personajes de inusual profundidad. Entre sus libros de poesía cabe mencionar Romancero gitano (1928), Poeta en Nueva York (1930), Poema del cante jondo (1931), Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935) y, entre otros, Sonetos del amor oscuro (1936). De sus obras teatrales, se destacan La zapatera prodigiosa (1930), Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). Lorca visitó Buenos Aires en 1933 para acompañar el estreno de varias de sus obras por la compañía de Lola Membrives y dar varias conferencias, obteniendo una repercusión sin precedentes. En 1936, en el marco de la recién iniciada Guerra civil española, Lorca fue asesinado por las fuerzas franquistas, por su condición de intelectual y su adhesión al Frente Popular.
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