Opinión
| Paralelismos.
Daniel
Mojica
El
peronismo tiene una historia de lucha, logros, frustraciones,
derrotas y muertes. También de exilios, traiciones, fidelidades,
odios. Y amor.
Amor
incondicional del pueblo a quienes elige como sus líderes. Qué
palabra.
Líderes.
Liderazgo. Líder.
¿Quién
asigna esa categoría? Si no es el pueblo.
Pueblo,
esa es otra categoría polisémica.
Una
definición de pueblo: hace referencia a los habitantes de una cierta
región, nación o país. Estos habitantes constituyen una comunidad,
ya que comparten una misma cultura.
Podemos
hacer una re lectura de la categoría pueblo, poniendo un oído en un
concepto, si se quiere filosófico, de Juan Domingo Perón. Cuando el
dice que “para el peronismo existe una sola clase de hombres, los
que trabajan”.
Para
el objetivo de lo que pretendo compartir con esta nota, voy a tomar
esa definición para asimilarla a la noción de pueblo. Con una
pequeña adaptación:
‘para
el peronismo existe una sola clase de hombres y de mujeres, los y las
que trabajan’.
Entonces
digo: ese pueblo es el que asigna la condición de líder a una
persona.
Hoy
esa persona es Cristina Fernández de Kirchner.
Hay
hechos en nuestra historia reciente que resultan paradójicos. Tal
vez también premonitorios.
Cuando
los cipayos del colonialismo yanqui derrocaron a Perón, los medios
afines lo denigraron hasta lo indecible. El gobierno asesino de
Aramburu y Rojas, dictó el infame decreto 4161, donde se prohibía
nombrar al líder del pueblo, mostrar los símbolos partidarios,
cantar la marcha peronista, persiguieron, encarcelaron y fusilaron
militantes por ser peronistas. Con el objetivo de borrar
de la memoria popular a Perón y al peronismo. El
odio gobernaba
el país.
Fueron
18 años de exilio. Incontables viajes de dirigentes a la residencia
de Puerta de Hierro. Desde donde Perón conducía la resistencia.
La
militancia realizaba actos relámpago. Pintaba paredes. Las hinchadas
de fútbol cantaban la marcha peronista en los estadios.
Ese
pueblo nunca olvidó a Perón. Nunca olvidó a Evita.
Perón
regresó. El pueblo volvió a ungirlo presidente.
El
amor venció al odio.
La
memoria popular no la borra la represión, la tortura o la muerte.
En
las elecciones presidenciales de 2015 el peronismo fue derrotado.
Desde el gobierno electo de la alianza Pro-Radical Cambiemos, con el
presidente Mauricio Macri a la cabeza. Eligieron
un enemigo. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner; a la
presidenta mandato cumplido y senadora nacional; a sus funcionarios
de gobierno; a las medidas que beneficiaron a las grandes mayorías;
al peronismo. El odio asumía el gobierno otra vez.
Comenzó
la desarticulación de los derechos ganados en 12 años de gobierno
peronista. Comenzó la destrucción de la industria nacional. El
cierre de las fuentes de trabajo. El endeudamiento criminal. La
dolarización de la economía. Los tarifazos. La desarticulación de
la ciencia y la tecnología nacionales. La desocupación. El hambre,
el saqueo, la persecusión. La represión a las protestas populares.
El hostigamiento a Cristina Fernández de Kirchner y su familia.
El
odio en acción desde los medios hegemónicos. En una alianza de los
mismos poderes fácticos que propiciaron el derrocamiento de Perón.
El
fin último entonces y ahora es el mismo. Perón lo dejó acuñado en
su legado histórico “El Modelo Argentino Para el Proyecto
Nacional”. Allí anunció
que vendrían por nuestros recursos naturales. Para
lograrlo necesitan gobiernos que renuncien a la soberanía nacional.
Gobiernos que acepten la dependencia estratégica del país. Como
pago a esa claudicación el imperio permite el enriquecimiento de los
traidores locales.
Por
eso el enemigo de todo intento de dominación es el peronismo. Porque
es un Movimiento Nacional que tiene como fin último la Liberación
Nacional. Único medio de lograr “la felicidad del pueblo y
grandeza de la Patria”. Más allá de circunstanciales
“vandoristas” que usen la retórica peronista para captar votos.
Por
eso el objetivo de las fuerzas coloniales que conducen este proyecto
iniciado en diciembre de 2015, es la domesticación y/o destrucción
del peronismo.
El
enemigo entendió mucho más rápido que muchxs compañerxs, que los
12 años de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de
Kirchner, fueron el mejor peronismo, luego de los tres gobierno de
Perón.
Néstor
lo dijo de manera clara y contundente “nos dicen kirchneristas para
bajarnos el precio, somos peronistas”. Cristina lo reafirmó.
Desde
que dejó el gobierno comenzó la persecusión judicial, personal y
familiar a Cristina Fernández de Kirchner. Los mismos medios de
comunicación que la hostigaron, insultaron y trataron de
ridiculizarla desde sus páginas, micrófonos y pantallas durante sus
dos presidencias. Esos mismos
medios que difundieron
mentiras
de cuentas ocultas en el extranjero y corrupciones que nunca se
pudieron comprobar. Dejaron al descubierto la trama pergeñada.
Una
oportuna denuncia. Un juez que cumple con la tarea que uno espera de
tal función. Abrió la caja de Pandora. Quedaron expuestos
periodistas y sus medios mandantes, fiscales, jueces, agentes de
inteligencia, y funcionarios del gobierno. En una secuencia que llega
al poder ejecutivo.
El
operativo “destruyan a Cristina” ocultaba el verdadero fin de la
estrategia de la embajada.
Como en 1955. Borrar de la memoria popular el peronismo. Hoy
encarnado más que nunca en la figura de Cristina Fernández de
Kirchner.
Más
allá de los errores que se le pueden enrostrar a sus dos períodos
de gobierno. Hoy encarna la esperanza del pueblo.
Ese
pueblo que es el único que empodera a su líder.
Como
hace 64 años. El pueblo no cambia de idea. Sigue las banderas de
Evita y Perón.
Hoy
es Cristina Fernández de Kirchner. El amor vence al odio.